En
un poblado había una chica muy bonita que no aceptaba casarse
con ninguno de los jóvenes del pueblo. Incluso había habido algunos
de ellos que se habían peleado con la familia de la chica para
intentar casarse con ella. Esto llegó a oídos del camaleón, que
quiso probar fortuna: la chica le hizo sentarse, le dio bebida y le
rechazó. Los animales del bosque recriminaron al camaleón su
actitud, pero éste dijo: «También los animales podemos intentar
casarnos con las muchachas bonitas». Y, efectivamente, muchos de
ellos fueron a probar suerte, y todos fueron rechazados por la chica
después de recibir aquel trato excelente. Incluso la serpiente fue
rechazada.
Entonces
probó de nuevo el camaleón, y la muchacha se dio cuenta de que era
un animal muy bonito. Así que decidió casarse con él. Una vez
celebrada la boda, la chica cogió un cesto de comida y emprendieron
el camino hacia la casa del marido. Al llegar, la muchacha protestó:
«¿Quieres que viva bajo las raíces aéreas de este árbol? ¡Si ni
siquiera puedo entrar ahí! Y, cuando se termine la comida que
he traído, ¿qué comeré?». El camaleón lo tenía todo previsto:
«La mejor comida que hay son los insectos».
La
chica comprendió que había cometido un error y emprendió la huida
a través del bosque. El camaleón se sintió engañado y la siguió.
Y, como iba adquiriendo el mismo color que el bosque, la muchacha no
advirtió que la seguía hasta que ya era demasiado tarde: el
camaleón la alcanzó y la mató para no pasar la vergüenza de
verse abandonadoi.
Al
cabo de mucho tiempo, la familia de la muchacha quiso verla, y
emprendieron todos el camino del bosque. Llegaron hasta una casucha,
donde vivía una vieja adivina con una mujer joven. Los padres no la
reconocieron, pero en realidad aquella chica era la que se había
casado con el camaleón: la hechicera la había encontrado muerta en
el bosque, y la había resucitado con su magia.
Los
padres de la chica contaron su historia a la vieja, y ésta les
recriminó: «¿Cómo podéis haber permitido que vuestra hija se
casara con un animal?». Ellos replicaban, justificándose: «Ella se
enamoró de ese camaleón y le eligió entre todos sus pretendientes.
¿Qué podíamos hacer? Si nos explicas dónde está su casa, por lo
menos podremos visitarla y comprobar si se encuentra bien».
La
vieja, entonces, les hizo ver que su hija era la mujer joven que
estaban viendo, y les contó la historia de su encuentro. Luego les
describió el lugar donde el camaleón tenía su casa. Todos
fueron allá y le dieron muerte.
Al
regresar al poblado, vieron que la vieja hechicera ya se encontraba
allí. La gente decía: «La muchacha es tan bonita como antes.
Parece que el camaleón la ha estado cuidando muy bien». Y nadie de
la familia se atrevía a contar lo que en verdad había sucedido.
Hasta
que, por fin, la muchacha lo contó todo. La gente del poblado,
indignada por aquel sucesoi mató a los padres de la chica. Y ésta
se casó con uno de los jóvenes del poblado y, a partir de entonces,
vivieron felices.
Fuente:
Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1
anonimo (guinea ecuatorial) - 055
i
En
otros cuentos, el camaleón cumplía un papel de curandero; aquí se
transforma en agresor. Ello demuestra la falta de fijación del
personaje.
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