Ngwalezie
enfermó gravemente. Había dado dos hijos, Ilombe y Ugula, a su
marido, Ndjambu. Finalmente, falleció; y los hijos quedaron al
cuidado de Ngwakondi. Ésta, sin embargo, no podía soportar la
presencia de Ilombe y la trataba mal.
Por
fin, Ilombe -un día que paseaba por la playa- encontró a un hombre
que quiso casarse con ella. Se hicieron los preparativos y se celebró
la ceremonia.
Cuando
el marido de Ilombe ya se la llevaba para casa, se les acercó Ugula
y les dijo: «Procurad que Ngwakondi no entre en vuestra casa. Es una
mala mujer, y está preparando un hechizo». Al día siguiente,
Ngwakondi se presentó. Y ellos, por tratarse de la mujer de su
padre, no se atrevieron a prohibirle la entrada. Ngwakondi les regaló
unas verduras y se fue. Ilombe preparó esas verduras sin advertir
que tenían un maleficio. Y, al comerlas, muriói.
La
gente del poblado estaba desolada por la muerte de Ilombe. Ndjambu
mandó llamar a una curandera muy famosa llamada Totiya. Ésta se
presentó ante el cadáver de Ilombe y, ante su conjuro, recobró la
vida.
Ngwakondi
se escondió en el bosque y empezó a preparar un nuevo hechizo, el
mokuku.
Cuando
Ngwakondi se presentó de nuevo en casa de Ilombe, ésta ya había
escarmentado. De manera que no dejó que entrara en casa para nada ni
aceptó ninguno de sus regalos. Sucede que el mokuku siempre tiene
que hacer su efecto sobre una persona y que, en caso contrario, recae
en aquel que lo haya preparado. De manera que, aquella vez, fue
la propia Ngwakondi la que murió, víctima de su propia brujería.
Ilombe
y su marido, pues, vivieron desde entonces con toda tranquilidad.
Fuente:
Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1
anonimo (guinea ecuatorial) - 055
i
En
el estudio introductorio señalábamos el paralelismo entre
Ngwakondi y la madrastra de Blancanieves. El episodio de la
verdura envenenada puede ser, en realidad, un préstamo de aquel
cuento.
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