Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 31 de enero de 2015

El rey del bosque y el rey de la playa .034

La mujer del rey de la playa estaba embarazada. Aun así, el rey quiso salir de viaje. Antes de emprender la marcha, avisó a su mujer: «Cuando regrese, no quiero ver que mi hijo o hija tenga herida ningu­na en el cuerpo». Realizó el viaje y, al regresar a casa, vio con satisfac­ción que había tenido un hermoso niño. Pero al examinarlo atenta­mente, observó que estaba herido.
La mujer no quería darle explicaciones. El rey de la playa cogió su machete y lo levantó sobre la mujer al tiempo que le preguntaba por la herida del niño. La mujer contestó: «El niño estaba jugando, y tropezó con la lámpara de bosque. He intentado curarle las quema-duras, pero le ha quedado esta señal». El rey de la playa estaba muy disgustado, y llamó a uno de sus criados: «Llévate a mi hijo al bosque, y mátalo. Al volver, quiero que me enseñes tu machete manchado de sangre, para saber que has cumplido mis órdenes fielmente». El criado estaba deso­lado, pero no pensaba cumplir aquella orden brutal.
Así que fue al bosque, preparó una casita para el niño y lo dejó ahí. Volviendo al poblado mató a un perro que vio por el camino, y de esta manera pudo enseñar al rey de la playa su machete manchado de san­grei.
El rey del bosque, mientras tanto, regresaba de un día muy largo de caza, cuando escuchó el llanto de un niño. Al descubrir la choza del pequeño, sucio y aoandonado, sintió piedad de él, lo llevó a su casa y desde entonces lo cuidó como si fuera su propio hijo.
El niño fue creciendo sano y fuerte. Pero el rey del bosque ya era viejo, y al cabo murió. El muchacho pensó: «Ahora la gente del pobla­do empezará a tratarme mal, porque mi padre ya ha muerto. ¡Ojalá pudiera conseguir un libro de magia!». Y, cuando estaba dormido, vio en sueños que su padre se acercaba a él y le susurraba: «No debes tener ningún miedo. He venido para darte este libro de magia. Pero no lo enseñes a nadie jamás, porque se trata de un libro secreto». El mucha­cho estaba satisfecho por su buena estrella, y empezó a pedirle al libro toda suerte de bienes y de riquezas. Llegó un día en que lo único que le faltaba era una mujer.
El jefe del poblado tenía una hija muy bella. Un día reunió a toda la gente para decirles: «Quiero que mi hija se case con un hombre bueno y rico». La chica los miró a todos, y decidió: «Quiero casarme con ese chico», señalando al hijo del rey. Y como todas las chicas del poblado deseaban poder casarse con el muchacho, tuvo que pedir la ayuda de su criado para poder alcanzarle y abrazarle. El jefe dispuso la boda, y cuando ésta se llevó a cabo llamó aparte a su yerno y le advirtió: «Vas a llevarte a mi hija, pero no quiero que la maltrates jamás. Si alguna vez te falta al respeto, tráemela aquí y yo mismo la castigaré».
Un tiempo después, el muchacho se fue de viaje, dejando a su mujer y a su criado en la casa. La mujer estaba limpiando la casa, cuando encontró el libro. Se puso muy contenta, y pidió al libro: «Quiero que traslades esta casa lejos de aquí, donde mi marido no pueda encontrarla». Y el libro cumplió sus deseos.
Cuando el marido regresó de su viaje, quedó perplejo al ver que su casa había desaparecido. Empezó a dar vueltas por el bosque hasta que una noche, por fin, dio con ella. Tenía la puerta cerrada, de manera que se sentó junto a ella y se quedó dormido profundamente. De nue­vo, su padre apareció en su sueño en forma de ratón: «No has tenido mucho cuidado con el libro que te di. Pero eres mi hijo y debo ayudar­te».
El ratón se metió dentro de la casa, y observó que la mujer y el criado se habían acostado juntos. Salió para comunicárselo a su hijo y volvió a entrar. Los dos amantes estaban despiertos, por lo que tuvo que regresar una tercera vez, y entonces ya se habían dormido. El ratón cogió el libro de magia, salió de la casa y se lo entregó a su hijo antes de desaparecer.
El muchacho ordenó al libro: «¡Que la casa vuelva a su sitio origi­nal!». Al instante la casa empezó a volar, hasta situarse en su verdadero lugar. Entonces el muchacho agarró a su mujer y la devolvió al jefe del poblado: «No quiero verla más, porque se ha portado como una mala mujer y me ha dado quebraderos de cabeza». Y así, completamente solo, el muchacho vivió feliz y tranquilo el resto de sus días.

Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat

0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 055


i El criado que no tiene suficiente valor para matar al hijo del rey es un motivo que aparece profusamente en la literatura oral de procedencia oriental; por una parte, esta posible procedencia se refuerza con un motivo posterior: el de un objeto que actúa como un donante universal, como un genio; por otra parte, la estructura que actúa de marco de asimilación es propia del ciclo de Ndjambu.

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