Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 31 de enero de 2015

La cara brillante de ilombe .009

Cuando Ilombe nació, tenía la cara tan brillante como un espejo. La gente acudía a mirarla, y no conseguían ver la cara que tenía, sino su propia cara que quedaba reflejada. Esto no gustaba a la gente, que al fin pidió a Ndjambu que la metiera en una granja, porque en el pobla­do no debía vivir alguien de quien nadie conociera la cara. Etundji suplicó por su hermana, pero Ndjambu accedió a los deseos de la gente.
Pasados unos años, Etundji recordó a Ndjambu que tenía que sacar a su hija de aquel lugar y devolverla al poblado con los suyos. Ndjam­bu la metió en uno de sus almacenes, pero allí no había nada que comer y Etundji repitió su petición: «¿No ves que allí se morirá de hambre? Es tu hija y debe vivir con todos nosotros porque no ha cometido nada malo».
Al fin, el corazón de Ndjambu se ablandó y permitió que Ilombe, que ya era una mujer, viviera en el pobladoi. Ilombe estaba muy flaca, y tuvo que someterse al tratamiento del curandero para conseguir un aspecto normal. Después pidió a Ndjambu que le regalara una máqui­na de coser y éste accedió.
Más tarde, un hombre que se había acercado al poblado quiso ca­sarse con Ilombe. Ndjambu pidió la opinión de ésta, e Ilombe se levan­tó para decir: «Me casaré con él. Sólo pido un poco de tiempo para coser el vestido de mi boda, que será un vestido sin costura». La gente no creía que esto fuera posible; pero Ilombe empezó a trabajar dura­mente hasta conseguir un vestido sin costura, que fue el que llevó durante toda la ceremonia.
El marido de Ilombe se dio cuenta de que había ganado una gran mujer, y dio a Ndjambu una dote muy elevada que lo hizo feliz.
Ilombe, al irse a la casa de su marido, pidió a su hermano Etundji, que la había ayudado en los momentos difíciles, que se fuera con ella. Y los tres vivieron colmados de felicidad.

Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat

0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 055


i La mediación de Etundji dispone el cuento para una estructuración habitual en la que Ilombe podrá buscar marido. La ausencia de agresor, sin embargo, quita brillantez a la trama.

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