32. Cuento popular castellano
Era una cabra que tenía siete
chivitos. Y los dijo que no le abrirían la puerta a nadie, porque ella tenía
que ir a por leña, y iba a vanir el lobo por ahí. Y los chivitos le dijeron a
su madre que no se iría; pero ella les dijo que tenía que ir al monte a por
leña. Y se marchó ella al monte.
Y luego que ya se había ido la cabra,
vino el lobo y les dijo a los chivitos:
-Abrir la puerta, que soy vuestra
madre.
Y los chivitos le respondieron:
-Asoma la patita pa ver si eres
nuestra madre.
Y el lobo asomó la pata y la tenía
negra. Y como la madre de los chivitos tenía la patita blanca, le dijeron:
-No, no, tú no eres nuestra madre, que
tú tienes la pata negra, y ella la tiene muy blanca.
Y entonces el lobo fue ande un
harinero y le dijo que le pintaría las patas blancas. Y el harinero se las
pintó blancas con harina. Y fue otra vez a la casa de los chivitos y llamó a la
puerta y les dijo:
-Abrir la puerta, que soy vuestra
madre. Y los chivitos le gritaron:
-Enséñenos la patita.
Y el lobo la enseñó por debajo de la
puerta, y vieron que la tenía blanca. Pero todavía los chivitos no creían que
era su madre y le dijeron al lobo:
-No, no abrimos la puerta, que tú
tienes la voz ronca y nuestra madre la tiene muy suave.
Y entonces el lobo fue ande un hueve:
o y le dijo que le daría un par de yemas para aclarar la voz. Y el huevero le
dio un par de yemas, y el lobo se las bebió para aclararse la voz. Y entonces
fue en seguida ande los chivitos. Y llamó a la puerta y dijo:
-Abrir la puerta, que soy vuestra
madre.
Y los chivitos le dijeron:
-Asoma la patita.
Y asomó el lobo la pata y la tenía
blanca. Y como ahora tenía la voz suave, porque el huevero le había dao un par
de huevos pa que se le aclarara la voz, abrieron la puerta y le dejaron entrar.
Y entró el lobo y se comió a todos los chivitos, menos uno que se escondió en
el reló. Y se fue el lobo.
Y vino la madre y dijo:
-Abridme la puerta, chivitos míos, que
soy vuestra madre y vengo del monte de por leña.
Y salió el chivito del reló y abrió la
puerta. Y la madre le dijo:
-Y los demás chivitos, ¿dónde están? Y
el chivito la respondió:
-Se los ha comido el lobo. Dijo que
abriríamos la puerta, que era nuestra madre, y abrimos la puerta y entró y se
comió a los demás chivitos. A mí no me comió, porque me escondí en el reló.
Y entonces la madre cogió y salió a
buscar al lobo. Y el chivito iba con ella. Y andando por el monte se
encontraron a la orilla de un pozo al lobo, que estaba durmiendo. Y vio la
cabra que se le movía la panza y dijo:
-Mis chivitos están vivos todavía.
Y le dijo al chivito que iba con ella
que iría corriendo a la casa a traer unas tijeras y un ovillo de bramante. Y
salió corriendo el chivito que parecía que volaba. Y prontito volvió con las
tijeras y el ovillo de bramante. Y la madre cogió las tijeras, le abrió la
tripa al lobo, y saltaron todos los chivitos vivos. Y entonces le metieron
piedras en la tripa y la madre se la cosió con bramante. Y la madre y los
chivitos se fueron muy contentos a su casita.
Y a poco despertó el lobo y al verse
tan pesado dijo:
-¡Ay, qué peso tengo aquí! Pero, ¿qué
es esto que tengo aquí?
Y al dar una vuelta se cayó en el pozo
y se ahogó.
Salas
de los Infantes, Burgos.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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