100. Cuento popular castellano
Era una mujer que tenía una hija, y se
llamaba María la hija. Y era muy golosa, y la gustaban mucho las golosinas. Y
cuando la mandaba la madre a por alguna cosa, siempre la traía más barato, o
que no fuese lo mismo que la mandaba porque la costase más barato, y así con
los cuartos que la quedasen podía ella comprar golosinas.
Y un día la mandó su madre a por
asadura. Y la hija -se estuvo jugando con las otras chicas y se compró muchas
golosinas. Y ya dijo:
-Ya he gastado los cuartos. ¿Cómo iré
yo a por asadura?
Y ya se acordó de que habían enterrado
unos días antes a una mujer. Y como el camposanto no estaba lejos, dijo:
-Voy al camposanto y se la saco. Y
engaño a mi madre.
Y fue y se la sacó y volvió a casa. Su
madre la regañaba porque había tardado mucho. Y ella dijo que había estado un
poco jugando con sus amigas. Y se pusieron a freír la asadura. Y al freírla,
saltaban las tajadas por la chimenea. Y la mujer, como nunca había freído asaduras
que saltaban por la chimenea, dijo:
-¿Qué quedrá decir esto? ¡Si yo no he
freído asaduras que salten las tajadas por cima de la chimenea!
Ya las frieron y se las comieron. Y se
acostaron. Y por la noche -ya era muy de noche- y ya casi estaban ellas dormidas
-oían decir:
-María, María, dame mi asadura frita o
cruda, que si no, arranco la tuya.
Y ellas estaban muy calladitas. Y ya
decía:
-¡Que ya voy por medio del corral!
Y otra vez:
-María, María, dame mi asadura frita o
cruda, que si no, arranco la tuya. Y ya decían la madre y la hija:
-Ya va a venir. Ya va a venir. Y otra
vez:
-¡Que ya voy por medio del portal!
Y otra vez:
-¡María, María, dame mi asadura frita
o cruda, que si no, arranco la tuya!... ¡Ya voy por medio de la escalera!
Y ellas ya tenían mucho miedo. Y otra
vez se oía la voz:
-¡María, María, dame mi asadura frita
o cruda, que si no, arranco la tuya!...
¡Ya estoy a la puerta de la sala! Y
otra vez:
-¡María, María, dame mi asadura frita
o cruda, que si no, arranco la tuya!... ¡Que ya estoy orilla de la puerta de la
alcoba!
Y al poco tiempo:
-¡María, María, dame mi asadura frita
o cruda, que si no, arranco la tuya! ¡Que ya estoy orilla de la cama!
Y otra vez:
-¡María, María, dame mi asadura frita
o cruda, que si no, arranco la tuya!
Y ellas con más miedo. Y otra vez:
-¡María, María, dame mi asadura frita
o cruda, que agarrándote de los pelos estoy! Y colorín, colorado...
Matabuena,
Segovia. Narrador
XXIX, 29 de marzo, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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