173. Cuento popular castellano
Estaba un bisabuelo mío arando y vio
entrar una mujer en un arroyo, en una quebrantada que llamamos aquí. Y se fijó
que había entrao una mujer y salía una galga. Tuvo la curiosidad de ir a la
quebrantada y halló el hatillo de la mujer recogido entre una jun-quera.
Y a la postura del sol, se presenta la
mujer en forma de galga y viene derecho a la quebrantada donde había dejao el
hatillo de ropa y se encuentra que no había nada. Y se fue derecho a donde
estaba el labrador, que era mi bisabuelo.
Y el hatillo de ropa lo había colgao
él de la costilla del yugo del ganao. Y ella se tiraba a ver si podía arrancar
el hatillo de donde estaba colgao. Y el ganao sudaba cada pelo una gota y no
querían arar. Y dice entonces mi bisabuelo:
-¡Carajo! ¿No queréis arar? Pues, ¡a
casa! Pero con el hatillo colgao.
Echó la ropa y se vino a casa. Y al
llegar a un término que llamamos el Huerto Raso, se le presenta una mujer en
cueros -de galga se volvió mujer- y le dice:
-Señor Silvestre, déme ustez la ropa,
que no le haremos daño, ni a ustez ni a su familia.
Y la dice mi bisabuelo:
-Tienes que decirme dónde habéis
estao. Y responde la mujer:
-Pues, hemos estao a acabar de chupar
las cañadas de la hija de un médico.
-Pues, si no vais a darla la saluz, no
te doy la ropa.
-Pues, ya no podemos. Haga ustez lo
que ustez quiera. Ya no puede ser el darla la saluz.
Y mi bisabuelo la dio la ropa, y se
terminó. Pasó aquí.
Astudillo,
Palencia. Narrador
XVIII, 14 de mayo, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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