198. Cuento popular castellano
Éste era un molinero que trabajaba de
día y de noche, lo mismo que fuese fiesta que fuese día de trabajo. Y se le
ocurrió llevar unas zaquilas a un pueblo inmediato en la noche de los Santos.
Por el camino encontró muchas ánimas, muchas ánimas, y de amor de ellas se
espantaron los burros y le tiraron una zaquila. Y él no la podía cargar. Y
seguían pasando ánimas por allí hasta que llegó una y le dice:
-Pero, ¡hombre! ¿No puedes cargar ese
costal? Pues, mira, te voy a ayudar yo.
Y le dio la mano. Y el molinero
observó que la mano estaba muy fría, y le dio mucho miedo. Entonces le dice el
ánima:
-Hombre, no te asustes, que soy tu
padre. Pero mira, no se te ocurra a ti ni a tu amo el salir otra vez en los
días festivos con la recua, porque te podrá castigar Dios como crea más conveniente.
Y diciendo esto desapareció.
Matabuena,
Segovia. Narrador XXVIII, 29 de marzo, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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