Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 30 de junio de 2012

El zapatero de pico pico


185. Cuento popular castellano

Este era un zapatero que cosía de viejo. Y era muy pobre y tenía muchos hijos que mantener. Pero en medio de su pobreza era muy feliz y cantaba siempre mientras cosía sus remiendos. Y todos los días se oía su cantar:
-Pico, pico, que el que nació pa pobre no será rico:
Y una vez pasaba por allí la reina y oyendo su cantar le dijo:
-¡Pero hombre, tan pobre es usted, que siempre le oigo el mismo cantar!
Al otro día le llevó la reina una torta llena de monedas de oro y de plata.
-Tenga usted esta torta; pero no la venda.
El zapatero la tenía encima de la mesa, sin saber lo que con­tenía. Y pasó por allí un caballero. Y como era tan guapa, el ca­ballero se enamoró de ella y le dice:
-¿Me vende usted esta torta?
-Sí -le contesta el zapatero.
-Siete pesetas le doy por ella.
El zapatero aceptó y compró tres hogazas de pan. En lo que tuvo pan, no cantaba. Pero de que se terminó el pan, comenzó con el mismo cantar:
-Pico, pico, que el que nació pa pobre no será rico.
El caballero llegó a su casa con la torta y llamó a su mujer:
-Baja; verás qué torta más guapa te he traído.
-¡Oy, sí! Voy a comer un pedacito de ella. La partió, y empezaron a salir monedas de oro y de plata.
Al otro día pasó la reina por la casa del zapatero, y viendo que todavía estaba con el «Pico, pico, que el que nació pa pobre no será rico», le preguntó:
-¿Todavía no se ha hecho rico con la torta que le di?
-No, señora; la vendí.
-Pero, hombre, ¡si estaba llena de monedas de oro y plata, para que usted se hiciera rico!
-Pues, ya no hay más remedio. La vendí.
Al otro día, como se encontraba sin dinero, fue y dice a su hermano:
-Necesito cincuenta pesetas.
Y fue y se las dio. Y la dijo a su mujer:
-Mételas en un arca.
Y había muchos ratones en la casa. Y por la noche, cuando es­taban durmiendo, estaban los ratones ¡rin! ..., ¡rin!... en el arca.
-Muchacha, que están allí los ladrones -decía el zapatero a su mujer.
-¡Qué van a ser los ladrones! -decía ella.
-¡Si son los ladrones que andan en el arca!... Al otro día le dijo a su mujer:
-Mete el dinero debajo de nuestra cama, en el jergón.
Por la noche fue a cuidar el burro y, al volver, dejó la puerta de la cuadra abierta y la puerta de la sala. Y cuando estaban dur­miendo, el burro se salió de la cuadra y dio con la puerta de la sala y se metió a la alcoba. Y se enredó a tirar del jergón. Se despertó el zapatero y, muy asustado, dice a la mujer:
-¡Muchacha, ahora sí que están aquí los ladrones! ¡Echa una cerilla, tú que eres más atrevida!
Cuando la echa, el burro se enreda a rebuznar.
-¡Ah, maldito burro!
Y le volvieron a cerrar.
Y al otro día el zapatero le llevó los cuartos a su hermano y le dijo:
-Toma, hermano. En lo que he estado sin dinero, he estado muy agasto, y ahora, pues no puedo dormir pensando que me lo van a quitar. Tómalo, que yo no lo quiero.

Matabuena, Segovia. Narrador LXXVI, 27 de marzo, 1936.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)

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