185. Cuento popular castellano
Este era un zapatero que cosía de
viejo. Y era muy pobre y tenía muchos hijos que mantener. Pero en medio de su
pobreza era muy feliz y cantaba siempre mientras cosía sus remiendos. Y todos los
días se oía su cantar:
-Pico, pico, que el que nació pa pobre
no será rico:
Y una vez pasaba por allí la reina y
oyendo su cantar le dijo:
-¡Pero hombre, tan pobre es usted, que
siempre le oigo el mismo cantar!
Al otro día le llevó la reina una
torta llena de monedas de oro y de plata.
-Tenga usted esta torta; pero no la
venda.
El zapatero la tenía encima de la
mesa, sin saber lo que contenía. Y pasó por allí un caballero. Y como era tan
guapa, el caballero se enamoró de ella y le dice:
-¿Me vende usted esta torta?
-Sí -le contesta el zapatero.
-Siete pesetas le doy por ella.
El zapatero aceptó y compró tres
hogazas de pan. En lo que tuvo pan, no cantaba. Pero de que se terminó el pan,
comenzó con el mismo cantar:
-Pico, pico, que el que nació pa pobre
no será rico.
El caballero llegó a su casa con la
torta y llamó a su mujer:
-Baja; verás qué torta más guapa te he
traído.
-¡Oy, sí! Voy a comer un pedacito de
ella. La partió, y empezaron a salir monedas de oro y de plata.
Al otro día pasó la reina por la casa
del zapatero, y viendo que todavía estaba con el «Pico, pico, que el que nació
pa pobre no será rico», le preguntó:
-¿Todavía no se ha hecho rico con la
torta que le di?
-No, señora; la vendí.
-Pero, hombre, ¡si estaba llena de
monedas de oro y plata, para que usted se hiciera rico!
-Pues, ya no hay más remedio. La
vendí.
Al otro día, como se encontraba sin
dinero, fue y dice a su hermano:
-Necesito cincuenta pesetas.
Y fue y se las dio. Y la dijo a su
mujer:
-Mételas en un arca.
Y había muchos ratones en la casa. Y
por la noche, cuando estaban durmiendo, estaban los ratones ¡rin! ...,
¡rin!... en el arca.
-Muchacha, que están allí los ladrones
-decía el zapatero a su mujer.
-¡Qué van a ser los ladrones! -decía
ella.
-¡Si son los ladrones que andan en el
arca!... Al otro día le dijo a su mujer:
-Mete el dinero debajo de nuestra
cama, en el jergón.
Por la noche fue a cuidar el burro y,
al volver, dejó la puerta de la cuadra abierta y la puerta de la sala. Y cuando
estaban durmiendo, el burro se salió de la cuadra y dio con la puerta de la
sala y se metió a la alcoba. Y se enredó a tirar del jergón. Se despertó el
zapatero y, muy asustado, dice a la mujer:
-¡Muchacha, ahora sí que están aquí
los ladrones! ¡Echa una cerilla, tú que eres más atrevida!
Cuando la echa, el burro se enreda a
rebuznar.
-¡Ah, maldito burro!
Y le volvieron a cerrar.
Y al otro día el zapatero le llevó los
cuartos a su hermano y le dijo:
-Toma, hermano. En lo que he estado
sin dinero, he estado muy agasto, y ahora, pues no puedo dormir pensando que me
lo van a quitar. Tómalo, que yo no lo quiero.
Matabuena,
Segovia. Narrador
LXXVI, 27 de marzo, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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