153. Cuento popular castellano
Antiguamente había la costumbre de los
hilanderos de pueblo. Se juntaban las mujeres a hilar en una cocina para hilar
sus telas, para abrigarsen sus familias. Tenían su velada hasta las doce, y
después todas tomaban cualquier cosa y se dirigían cada una a su casa hasta la
otra noche siguiente.
Una noche, en uno de estos hilanderos,
una de las mujeres, que le achacaban era bruja, dice:
-Vamos a ir a la bodega del tío fulano
a beber el vino que queramos. Pero tenéis que hacer lo que yo os diga. Yo llevo
este libro en la mano, y hay que ir escoretas, y así podemos entrar por donde
queramos. ¡Pero sin ermentar a Dios para nada!
Hicieron lo que la mujer les dijo,
siguieron a la bodega y bebieron lo que quisieron.
Y así acontinuaron las demás de las
noches. Pero la última noche, después de estar en la bodega bebiendo, dice una
de las mujeres:
-¡Ay, Dios, cómo me he puesto de vino!
Y no pudo salir ya de la bodega por
haber ermentado a Dios. Al otro día el amo de la bodega va a su bodega y se
encuentra una cosa desnuda -sin saber qué era. Sale asustado, diciendo a la
familia:
-No sé qué hay allí en la bodega. He
visto una cosa muy extraña.
Va con la familia a ver qué era, y
dice la mujer desnuda:
-No os asustéis. Soy fulana, que
anoche en el hilandero nos propuso fulana que viniéramos a beber vino a tu
bodega, que tenía que venir ella con un libro abierto y no ermentar la palabra
de Dios. Yo dije «¡Ay, Dios, cómo me he puesto de vino! », y no he podido salir
de aquí.
Y al ser una mujer conocida del dueño
de la bodega, la perdonó y le dio ropa para que fuera a su casa.
Arahuetes,
Segovia. Narrador
VIII, 26 de marzo, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
Escoreta, desnuda
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