151. Cuento popular castellano
Había en un pueblo unas brujas que se
dedicaban a ir a beber vino en las bodegas. Entre ellas había la mujer de un
zapatero. Éste observó que su mujer, después de acostarse, se levantaba y se
iba a la cocina. Y observó que en la cocina había más mujeres que la suya. Ya
se puso a observar y por entre las rendijas de la puerta vio que de un bote que
tenían en la chimenea se untaban y decían:
-¡Sin Dios y Santa María, por la
chimenea arriba! ¡A beber vino a las bodegas de doña María!
Y salían volando por la chimenea.
Y el zapatero, al ver que hacían eso,
pues sacó el bote, se untó y dijo:
-¡Sin Dios y Santa María, por la
chimenea arriba! ¡A beber vino a las bodegas de doña María!
Y salió volando por la chimenea y fue
a caer en la bodega de doña María.
Cuando llegó el zapatero, todas se
admiraron de verlo allí; pero seguía la broma. Bebían vino y bailaban alrededor
de la que figuraba como capitana.
Y al pasar, bailando, tenían que
besarle el culo. El zapatero había llevado la lezna de su oficio y, al pasar a
besar, en vez de besar, la pinchaba. A la segunda vuelta, cuando pasó el
zapatero, dijo la capitana:
-Ése, que pase y no bese, que tiene
las barbas ásperas. Cuando dieron la segunda ronda de beber, al beber, el zapatero
dijo:
-¡Jesús!
Y en el momento desaparecieron todas,
y el pobre zapatero se quedó en la bodega.
Al día siguiente, cuando fueron los
criados a por vino, le encontraron allí al zapatero, al que culparon que era
él el que les bebía el vino, y quisieron darle una paliza. Pero el zapatero les
contó lo que había sucedido, y así se salvó de la panadera.
Peñaranda
de Duero, Burgos. Narrador
XXXIX, 17 de julio, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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