161. Cuento popular castellano
Un señor muy rico de Sebúrcol, el tío
Churro, tenía una ganadería de ovejas. Y cuantas veces parían las ovejas, pues
na más nacer, las ovejas se morían todas. Y echaban burras del contrario, y
cuando estaban para parir, abortaban. Tenía hijos, y en cuanto cogían cinco o
seis años, se morían también.
Y ya llegó un día que tenía una burra
para parir. Y en una solana había muchas mujeres. Y dijo una señora de las que
estaban allí, que se llamaba la tía Manuela, que de quién era esa burra. Y la
contestaron las otras:
-Pues, ¿no lo sabe usted que es del
tío Churro?
-¡Ja, ja! Pronto mascará el muleto
-dijo.
Y por la noche malparió la burra.
Al otro día estaban las mujeres en la
solana, y pasó una niña de cinco o seis años. Llegó a la solana la niña, y
estaban las mismas del día antes, al sol. Y dijo la tía Manuela:
-¡Qué niña más maja! ¿De quién es esta
niña tan guapa? Y las otras la contestaron:
-Pos, del tío Churro.
Y dice ella:
-¡Ja ja! No le vivirá mucho.
Y por la noche se murió la niña.
Y¡claro! fueron allí las vecinas que
lo habían presenciado y se lo dijeron a su padre, que la tía Manuela, en la
solana, había dicho eso, que no le viviría mucho. Y su padre dijo que lo iba a
poner por demanda, que si ellas dirían que era verdad lo que habían dicho. Y
vino a dar parte a la justicia. Lo puso por demanda y fueron todas las que lo
habían visto, a decir que era verdad que la tía Manuela dijo que no le viviría
mucho y por la noche se había muerto la niña.
Dieron orden de quemarla, porque
averiguaron que era verdad. Se pusieron en camino para traerla a Sepúlveda. En
el camino la dio un síncope, y tuvieron que venir a alcanzar al propio, que
venía a decir que ya la traían a quemar.
Después volvió en sí, ella misma, y
fue en casa de ese señor, que tanto daño le había hecho, a pedirle perdón y a
decirle que no le volvería a pasar nada. Y así fue.
Sepúlveda,
Segovia. Narrador
LXXX, 4 de abril, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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