370. Cuento popular castellano
Era un matrimonio que no tenían hijos, y el
marido era tonto. Un día le mandó la mujer al molino y le dijo:
-A ver cuánto te van a cobrar. Ya sabes que
de una fanega, medio celemín.
El pobre tonto, como tenía muy poca memoria,
lo iba diciendo por el camino:
-¡Que de una fanega, medio celemín! ¡Que de
una fanega, medio celemín!
Se encontró a unos hombres que estaban
sembrando unas tierras y le dijeron:
-Pero, hombre, ¿qué dices, que de cada fanega
que sembremos no salga más que medio celemín? No, hombre, no; tienes que decir,
que de un grano, que salgan ciento.
Y entonces el pobre hombre iba gritando por
el camino:
-¡Que de un grano, que salgan ciento! ¡Que de
un grano, que salgan ciento!
Y se encontró entonces a unos hombres que
estaban curando la roña a las ovejas. Y le dicen:
-Pero, hombre, ¿qué dices, que de un grano de
las ovejas, que salgan ciento? No, hombre, no; tienes que decir, que de uno, no
salga ninguno.
Y así el pobre gritando por el camino:
-¡Que de uno, no salga ninguno! ¡Que de uno,
no salga ninguno!
Y ya se encontró a unos hombres que se habían
metido en un ventisquero de nieve. Y le dicen:
-Pero, hombre, no digas eso. Tienes que
decir, que según ha salido uno, que salgan todos.
Y iba el tonto gritando por el camino:
-¡Que según ha salido uno, que salgan todos!
¡Que según ha salido uno, que salgan todos!
Se encontró entonces a unos hombres que
habían volcao con un carro y el primero que salió salía con las muelas rotas. Y
al oírle decir al tonto "que según ha salido uno, que salgan todos", le
dieron una paliza para que se callara.
Ya llegó el tonto al molino y como no se
acordaba ya de lo que su mujer le había dicho, empezó a decir:
-¡Que me lo den con hoja! ¡Que me lo den con
hoja: Y el moline-ro, que era muy guasón, le dijo:
-Ahí, en el oosque tienes muchas hojas.
El hombre llegó al bosque y como estaban
cayendo las hojas de los árboles, estaba el suelo lleno.
Entonces dijo:
-Voy a volcar la harina en el suelo para que
se llene bien de hojas y se ponga mi mujer bien contenta.
Después de volcar la harina en el suelo, fue
a atar a la burra en un árbol que estaban cortando unos leñadores. Dio un tirón
la burra y el árbol cayó y la mató. Fue a coger la harina, vino una bocanada de
aire y se llevó a la harina y a las hojas, y el pobre hombre se encontró sin
burra y sin harina. Y se puso muy triste pensando que su mujer le iba a dar una
paliza.
Tenía el tonto que pasar por la orilla de un
río para ir a su casa. Y vio a la luna reflejada en el fondo del agua y se
dijo:
-¡Qué queso más hermoso! Voy a entrar a por
él. Mi mujer, que la gusta mucho, se pondrá muy contenta y no me pegará.
Se quitó toda la ropa y la dejó a la orilla.
Pasaron por allí unos cazadores y se la robaron. Él estuvo un rato afanando por
coger la luna creyendo que era el queso; pero viendo que era imposible, fue a
salir del agua y se encontró sin la ropa. Entonces empezó a pensar con qué se
vestiría. Y había allí un buerto lleno de berzas y con ellas se hizo un traje.
Pero al llegar a su pueblo salieron unos
gorrinos hambrientos y se comieron las berzas. Así que no tuvo más remedio que
llegar a su casa desnudo, sin harina y sin burra. Y su mujer, cuando lo supo,
le dio una monumental paliza para que despabilara.
Pedraza,
Segovia. María
Pascual. 25
de marzo, 1936. 28
años.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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