160. Cuento popular castellano
Era una prima que estaba con mi madre.
Y era ella muy templada, muy buena moza. Se llamaba Adela. Y empezó ella a no
tener ganas de hacer nada... nada... Nosotros siempre estábamos encima de ella,
que qué tenía, y ella no sabía lo que tenía; pero que no podía ni con los
brazos ni con las piernas. Y siempre estaba echada. Se descuidaban, y ya estaba
ella echada. Y, ¿Qué te pasa?
Y:
-Nada.
Mas mi madre, un día, pues ya
enfadada, la dijo que la tenía que decir lo que la pasaba. Y ya lloraba y decía
que no sabía nada, que no sabía lo que tenía.
Y yo llegué un día y, estando mi madre
diciendo que no podía con ella, la dije:
-De hoy no pasa que nos digas lo que
te pasa.
Y se echó a llorar y dijo que no sabía
lo que tenía, que sólo no tenía ganas de hacer nada. Y entonces la dije yo:
-Vamos en casa de la señora Eugenia
(que era una mujer que decían que curaba las brujas).
Y ella dijo que no quería ella ir
allá, porque eran todas ésas tonterías. Y la dije:
-Vamos, y pasamos el rato con ella.
(Porque era una mujer sorda, y ya muy
vieja. Y además, que teníamos amistaz con ella, y para gastar bromas con ella,
la decían que un chico joven, que se llamaba Calixto, que la quería por novia,
y la iba a dar serenata todas las noches. Y ella lo creía. Como era sorda, no
se daba cuenta de que no tocaban.)
Y decía yo:
-Vamos a pasar el rato con lo de
Calixto.
No hicimos más que llegar a su casa, y
la dijo a Adela que qué malita iba, que cómo había tardao tanto en ir a su
casa. Y la dije yo:
-Déjenos ustez de tonterías, que eso
es para las de La Nava ,
que les saca ustez los cuartos y luego se los da ustez a Calixto. Y dijo ella:
-¡Anda, animal, contigo no se puede
hacer nada! No la hagas caso, Adela. Siéntate.
Y sacó un Cristo ella, y la empezó a
mirar con el Cristo. Y dijo que la habían hecho daño. Y entonces dijo Adela:
-¡Ay, señora Eugenia! Entonces ha sido
la tía Pesetera! ¡Me lo tiene ustez que decir!
Dice:
-No, hija, no puedo decfrtelo. Nadaa
más que te curas. Y ya se puso buena.
Pues, esta tía Pesetera era una mujer
que era de Carpio. Y su marido era el que decía que era bruja. La daba muy mala
vida, pues decía que a media noche, que se quedaba como si estuviera muerta,
que ni que la pellizcara ni la pegara, ni hiciera lo que quisiera con ella, que
daba señales de vida. Y decía que era bruja.
Medina
del Campo, Valladolid. 8
de mayo, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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