395. Cuento popular castellano
Era la mujer de un zapatero que iba a la
iglesia a los responsos. Y cuando salía el cura a responsiar a la sepoltura de
la zapatera, decía:
-Zapatera, tiqui.
Y la zapatera no sabía qué contestar al señor
cura. Se fue a su casa y se lo contó a su marido:
-Oye, chico, el señor cura, cuando va a
nuestra sepoltura a responsiar, dice: «Zapatera, tiqui», y yo no sé qué
contestar. Y la dijo su marido:
-Cuando vayas mañana a la iglesia y
responsees en nuestra sepoltura y te diga «Zapatera, tiqui», tú contestas,
«Señor cura, taca». Y si te dice «¿Cuándo?», le contestas, «A la noche, que no
está mi marido en casa».
Luego volvió otro día a los responsos. Y va
el señor cura a responsiar a la sepoltura de la zapatera y la dice:
-Zapatera, tiqui.
-Señor cura, taca.
-¿Cuándo?
-A la noche, que no está mi marido en casa.
Y al salir de la iglesia, cuando ya iba a su
casa la zapatera, la dijo el señor cura:
-Toma, ahí tienes cinco pesetas para que
pongas la cena esta noche, que allá iremos el sacristán y yo.
Y la zapatera, de dos pollitos que tenía, que
los había criado en su casa, los preparó para cenar. A la noche fueron el cuTa
y el sacristán a cenar en compañía de ella. Y estando sentados en la sala el
señor cura y el sacristán, llegó el zapatero y pegó a la puerta. Y dice la
zapatera:
-¡Ay, señor cura, por Dios! Ése que ha
llamado a la puerta es mi marido. Guárdese usted ahí en una saca que tengo
debajo de la mesa. Y el sacristán, que se esconda debajo de ese escaño.
Llega el zapatero y ve la cena que tiene
puesta su mujer.
-Mujer, pero ¿qué has hecho?
-Pues, mira, chico: todas las noches estamos
cenando sopas con poca grasa, y me ha dado la gana de matar esos dos pollos,
porque tus hermanos siempre me están fastidiando.
-¿Has traído vino?
Y dice la mujer:
-Sí.
-Bueno, pues ¡hala!
Se pusieron a cenar el zapatero y su mujer. Y
cuando terminaron, dice el zapatero:
-Chica, ¿sabes lo que estoy pensando? Que hoy
he regañao con tus hermanos; que esos muebles, ese banco y esa saca que nos ha
tocado de tu padre, esta noche los quemo.
-Y le dice la mujer:
-Nada, no hagas caso; un trago y a
acostarnos.
Pero el zapatero coge un tizón y se dirigió a
la saca.., y al escaño, cuando el señor cura salió a escape de la saca. Y el
sacristán, como era más torpe, le cogió el zapatero y le arrimó el tizón al
culo.
El día siguiente la zapatera va con su aneal
a la iglesia. Va el señor cura a responsear como iba antes, y dice así:
-¡No quiero ni tu tiqui, ni tu taca, que
anoche tu marido me quiso quemar en la saca!
Y el sacristán contesta:
-¡Pero al sacristán cornudo, le atizó con el
tizón en el culo!
Navas
de Oro, Segovia. Petronilo
Bartolomé Redondo. 8
de abril, 1936. 74
años.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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