116. Cuento popular castellano
Era un hombre que tenía un hijo, y
unos que le tenían mucho asco cogieron a la madre y la engañaron y tiraron el
hijo en un cajón al río. El cajón se detuvo en una rama a la orilla de un molino,
y el molinero, que le vio, cogió el cajón. Y le abrieron y vieron que era un
niño. Y le criaron ellos.
El rey se enteró y les dijo que cuando
el niño tendría quince años, tenía que llevar una carta a la hija del rey.
Cuando tuvo quince años, el rey le dio la carta, y se marchó a dársela a la
hija del rey. A la noche estaba muy cansao y vio una casa en un monte que era
de unos ladrones. Llamó a la puerta, y salió una vieja y le dijo que qué
quería. Y dijo que iba a llevar una carta a la hija del rey y estaba muy
cansao; que si le dejaban dormir allí aquella noche. Ella le dijo que era una
casa de ladrones, que si le veían, que le matarían. El dijo que lo mismo le
daba, que estaba muy cansao, y se tumbó a dormir en un banco.
Cuando llegaron los ladrones,
preguntaron a la vieja que quién era. Y ella les respondió que era un muchacho
que se había perdido, que iba a llevar una carta a la hija del rey. Los
ladrones le quitaron la carta, la abrieron y vieron que ponía que en cuanto
llegara, le daría muerte. Los ladrones tuvieron compasión y le cambiaron la
carta: le decían que en cuanto llegara, se casase con la hija del rey.
En cuanto la princesa vio la carta, se
casaron. Pero el padre, que lo supo, fue y le dijo al joven que si no le
llevaba tres pelos de la cabeza de diablo, no se quedaba con su hija.
El chico se marchó a por los pelos y
se encontró en un pueblo un centinela que le preguntó que qué sabía. El dijo
que todo. Y le dijo entonces que cómo un árbol que antes daba mucha fruta,
ahora no daba nada. El dijo que a la vuelta se lo diría, y marchó y se fue
andando a otro pueblo. Y en este pueblo otro centinela le preguntó que qué
sabía. El dijo que todo. Y le dijo el centinela que cómo una fuente que antes
daba vino, ahora no daba nada. El respondió que a la vuelta se lo diría.
Luego fue y llegó a un río. Y le dijo
el barquero que qué sabía. El dijo que todo. Y el barquero le dijo que cómo
podría él dejar el oficio de barquero. Y le dijo que a la vuelta se lo diría.
A otra orilla del río estaba la boca del
Infierno. Estaba sola el ama. Y le dijo que qué quería. El dijo que quería tres
pelos de oro de la cabeza del diablo y también contó lo que le habían preo
guntado los centinelas y el barquero. Y ella le dijo que el diablo no estaba;
pero que esperaría un poco. Entonces le convirtió en hormiga y le metió entre
los pliegos del vestido.
Cuando llegó el diablo, dijo que olía
a carne humana. Y ella le dijo que había estao un joven; pero que se había ido
ya. Ella le dijo que le peinaría. Y mientras le peinaba, le arrancó un pelo. El
la dijo que por qué se lo había arrancado. Y dijo ella que había estao soñando.
La preguntó que qué soñaba. Y le dijo:
-Es que un árbol que antes daba mucha
fruta, ahora no daba nada.
-¡Qué tontos! ¡Si lo supieran!
Dice:
-¿Qué es?
-Es que hay un ratón que roe las
raíces.
Otra vez le estuvo peinando, y le
arrancó otro pelo.
-Pero, ¿qué estás haciendo?
Dijo que había estado soñando. La
preguntó que qué había soñado. Y dijo que una fuente que antes daba vino y que
ahora no daba ni agua. Y dice:
-¡Ah, qué tontos! ¡Si lo supieran!
Dice ella:
-Pues, ¿qué tenían que hacer?
Dice:
-Mirar bien, que hay algo que le
impide salir... Y como me arranques otro pelo, te doy un cachete.
Luego le arrancó otro pelo, y la pegó.
Dijo que había estao soñando. Dice el diablo:
-¿Qué soñabas ahora?
-Soñaba que un barquero, que lleva ya
muchos años en el río, que cómo podría dejar de serlo.
-¡Ay, qué tontos! ¡Si lo supieran!
-¿Qué tenía que hacer?
-Dejar el remo al primero que vaya a
pasar el río.
Luego el diablo se quedó dormido. Y
sacó el ama la hormiga de dentro el vestido y le convirtió otra vez en un
hombre. Se lo dijo todo -lo que le había dicho el diablo- y le dio los tres
pelos. Luego fue a pasar el río, y le dijo el barquero que qué tenía que hacer.
Y le dijo que dejar el remo al primero que pasara el río. Y el barquero le dio
mucho oro.
Y pasó por donde estaba el centinela
del primer pueblo. Y también le preguntó que qué tenía que hacer. Y le dijo
que tenían que mirar bien, que había algo que le impedía salir al vino. También
le dio mucho dinero.
Y cuando pasó por el otro pueblo, el
centinela también le preguntó que qué tenía que hacer. Y le contestó que
tenían que matar el ratón que se roía las raíces. También le dio mucho dinero.
Y después, fue al palacio del rey y le
dio los tres pelos del diablo. Y el rey le preguntó que de dónde había cogido
tanto dinero. Y le dijo que la orilla del río estaba llena. Y el rey quiso ir
también a por dinero y cogió muchos sacos. Pero al pasar el río, el barquero
le dejó el remo, y se quedó de barquero.
Roa,
Burgos. Narrador
LXIV, 14 de julio, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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