33. Cuento popular castellano
Esta era una cabrita que tenía siete
cabritos. Y un día no tenía qué darles que comer y les dijo:
Hijos míos, voy a por comidita para
daros que comer. Aunque venga el que venga, no abréis la puerta.
En esto el lobo la estaba oyendo
detrás de la tenada. Así que se marchó la cabra, se acercó el lobo a la puerta.
¡Tras, tras!
-¿Quién llama?
-Abrid, hijitos míos, que viene
vuestra mamá con la comidita para daros que comer.
Por un agujero que tenía la puerta le
dijeron:
-Enséñanos a ver la patita.
Enseñó la patita. Y el lobo la tenía
negra, y la cabrita la tenía blanca. Y le dijeron los cabritos:
-¡Ay, no, no, que nuestra mamá la
tiene blanca, y usted la tiene negra!
Se fue el lobo donde un molinero y le
dijo:
-Molinerito, úntame la patita de
harina. Le dice el molinero:
-¿Qué es, para hacer alguna picardía?
-Si no me la unta, le trago.
Y se la untó el molinero. Vuelve el
lobo a la puerta: ¡Tras, tras!
-¿Quién llama?
-Abrid, hijitos míos, que viene vuestra
mamá con la comidita para daros de comer.
-Enséñanos a ver la patita.
Vieron que la tenía blanca. Pero
notaron que tenía la voz muy ronca y le dijeron:
-¡Ay, no, no, que nuestra mamá tiene
la voz muy clara y usted la tiene muy ronca!
Se fue el lobo donde un huevero y le
dijo:
-Hueverito, déme usted una docena de
claras de huevo.
-Siempre será para no hacer nada
bueno.
-Si no me las da, le trago.
Por fin se las dio. Vuelve a la
puerta: ¡Tras, tras!
-¿Quién llama?
-Abrid, hijitos míos, que viene vuestra
mamá con la comidita para daros de comer.
-Enséñanos a ver la patita.
Se la enseñó. Como vieron que la tenía
blanca y la voz clara, abrieron. Así que vieron que era el lobo, todos se
echaron a correr por el pasillo. El uno se escondió debajo de la silla; otro
debajo la mesa; otro detrás de la cama; otros detrás del baúl -en fin, todos se
escondieron, y otro en la caja del reloj. Pero a todos los buscó y se los
tragó menos al de la caja del reloj.
En esto que viene la cabrita. Así que
vio la puerta abierta, empezó a llorar y a llamar a sus hijitos. Ya llegó al
comedor y la dijo el que estaba metido en la caja del reloj:
-¡Aquí estoy yo, que a todos los demás
se los ha tragado el lobo!
La cabrita lloraba; mas dijo a su
cabrito:
-Vamos de paseo por el monte a ver si
vemos al lobo.
Y se le encontraron dormidito en medio
del camino. Entonces le dijo la cabrita a su hijito:
-Anda a casa y traes la aguja, el
hilo, el dedal y la tijera.
Así lo hizo. Fue corriendo y volvió, y
le abrieron la tripa con la tijera. Y salieron vivitos los seis cabritos. Y
metieron piedras. El lobo se dispertó y tenía sez. Decía:
-¡Qué sez tengo! Voy a beber agua de
ese arroyo. Pero no, que está turbia.
Fue andando, andando, y se encontró
una fuente. Quiso beber; pero estaba verdosa el agua, y dijo:
-Tampoco la quiero.
Ya llegó a un pozo muy hondo, muy
hondo. Entonces agachó la cabeza para beber, se le vinieron las piedras pa
adelante y cayó al pozo, con las patas hacia arriba. Y colorín, colorao, este
cuento se ha acabao.
Covarrubias,
Burgos. Narrador
LXXXI, 6 de junio, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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