Cierto campesino que era
ya anciano, llamó un día a sus tres hijos y les dijo:
-Creo que voy a morir
pronto porque tengo muchos años. Y moriré en la pobreza, como he vivido. Nada
puedo daros, salvo un consejo.
Y entregó a sus hijos
una guadaña, un gallo y un gato, recomendándoles que se fueran por el mundo en
busca de fortuna.
El mayor, que había
heredado el gato, viajó muy lejos y pasó grandes fatigas hasta encontrar el
país soñado: una isla plagada de ratones donde la gente no podía vivir.
El muchacho visitó al
gobernador poniéndose a su servicio al objeto de acabar con los ratones.
Gracias a su gato, lo logró en pocos días. El gobernador le recompensó con un
saco lleno de monedas de oro.
Y sucedió que el segundo
de los hermanos también se puso en camino, con su guadaña al hombro y llegó a
un lejano país donde recogían las cosechas quemando la paja, con lo que, a
veces, quemaban también las espigas.
El muchacho les enseñó a
cortar el trigo con su guadaña y las gentes quisieron poseerla. Y se la
compraron dándole un baúl lleno de oro.
999. Anonimo
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