Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 31 de agosto de 2012

Svanilda .999.4: en busca de un alma

Las gentes de la Ciudad de la Fantasía se habían retirado a descansar. Pero al­guien quedaba... alguien que, a favor de la oscuridad, trepaba por una escalera de cuerda hacia la ventana donde Coppelia solía aparecer. Ajeno a la visita del intru­so, el Mago miraba a sus muñecos, sus libros y sus pócimas y susurró:
-¡Menos mal! Esas muchachas no han estropeado nada...
Mientras tanto, Franz había consegui­do llegar a la ventana y abrirla, ilusiona­do porque, al fin, iba a ver de cerca a su hermosa criatura. Saltó al interior y alar­gó sus brazos en dirección a Coppelia. Desde su escondite, Svanilda se temió lo peor. Y el Mago, que siempre estaba al acecho, cayó sobre el muchacho atrapán­dolo con sus huesudas manos:
-¡Ya eres mío! ¡Te he sorprendido co­mo a un ladrón! -exclamó airado.
-No soy un ladrón, sino un hombre enamorado de vuestra hija Coppelia. No tenía otra intención que verla de cerca -se justificó Franz.
-Siendo así... -y el Mago sonrió, pe­ro a Svanilda le asustó más todavía su sonrisa que su gesto amenazador.
Se llevó a Franz junto a una mesa, ver­tió líquido en una copa y al ofrecérsela, le animó así:
-¡Bebe, muchacho! ¡Por nuestra amistad!
Fascinado, el joven bebió. Inmediata­mente, le entró un dulce sopor y su ca­beza fue cayendo hasta quedarse profun­damente dormido.
-¡Ah, ya eres mío! -exclamó el Ma­go, frotándose las manos con satisfac­ción-. Duerme... duerme... necesito tu al­ma para ponérsela a Coppelia... ella será mi obra perfecta.
Y riendo el viejo se dirigió a la ventana.

999. Anonimo

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