Pasó bastante tiempo y el segundo
de los hermanos dijo a su padre que deseaba ver mundo y que le diera su
bendición. Además quería encontrar a su hermano.
El padre, que estaba muy triste, le
entregó un barquito de plata para que hiciera el viaje.
Navegando navegando, el muchacho
llegó al mismo lejano país al que un día llegara su hermano y fue a parar con
su barco a la misma posada. Al ver el barquito de oro, comprendió que había
acertado, pues su hermano debía de estar en la ciudad.
También salió a recorrer las calles
y al pasar ante el palacio real leyó el mismo anuncio en la puerta. Solicito
buscar a la princesa, pero la suerte no le acompañó y fue a parar al calabozo
donde también estaba encerrado su hermano mayor.
999. Anonimo
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