CUENTAN QUE UNA VEZ, EL
DIABLO SE enamoró de una viuda. Llegaba a su casa y le platicaba. A la señora
no le gustaba y además, tenía miedo de que se enojara. Tanto y tanto le ofrecía
el diablo que por fin la señora dijo:
-Bueno, seré tu mujer si me
construyes una casa bonita.
El diablo se la hizo. La viuda fue a
buscar al cura para que le echara agua bendita; así, el pobre diablo no podría
entrar a la casa que él mismo había hecho.
El cura le advirtió:
-Si no encuentras el modo de
acabar con él, él acabará contigo.
La mujer pensó bien el asunto
y esto hizo: busco dos montones de botellas, uno blanco y otro oscuro. Se sentó
en la enramada, era la hora en que acostumbraba llegar el diablo. La encontró
muy atareada.
-¿Qué haces?
-Aquí, lavando botellas. ¿No
me ayudas?
-Sí.
-Lava ese montón de botellas -le
dijo señalando las oscuras, hasta que queden limpias, como ésas -y señaló el
otro montón.
-¿Y cómo crees que voy a
hacer claro lo oscuro? No se puede.
-Claro que sí, mira ya todas
las que llevo.
-¿Y cómo le hiciste?
-Ah, es que se tienen que
lavar por dentro. Si eres poderoso, ¿por qué no te metes?
El diablo entró en la botella
y la mujer luego la tapó. Ya
que tuvo encerrado al diablo, fue al monte y, con todo y botella, lo enterró.
Y por eso dicen que sólo las
mujeres son más listas que el diablo.
Recopilación de: Elisa Ramírez y Ma. Ángela Rodríguez
063. Mexico-huave
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