El más anciano preguntó a Lin Yen:
-¿Por qué quieres prolongar tu vida
contraviniendo tu destino?
-No es por mí, sino por mis padres.
Yo proveo su sustento vendiendo mi caza y quedarán desamparados, aparte la pena
que sientan, pues soy su único hijo.
Los dos Genios contemplaron al
joven con ternura.
-Me parece que Lin Yen es un joven
elegido y algo anda mal en el Libro del Destino. Yo soy el Genio de la Larga
Vida y mi compañero es el de la Juventud. Veamos qué puede hacerse.
Y de nuevo empezaron a mover fichas
y a recitar números.
-¡Ha salido el número de este
muchacho! -gritó el Genio joven. Posible-mente el astrólogo te leyó la cifra al
revés. Vuelve a tu casa, Lin Yen, porque vivirás largo tiempo. Tus cualidades
han vencido al Destino. ¡Ah, guárdate de revelar a nadie lo que has presenciado
aquí!
Lin Yen lo prometió, inundado el
corazón de agradecimiento. Cuando alzó el rostro, las dos figuras habían
desaparecido. Y el venado que había dejado al pie del árbol también.
Corrió a su casa y, aunque no habló
a sus padres de los dos Genios les aseguró que se encontraba más fuerte que
nunca y sabía que llegaría a anciano. La felicidad reinó en la casa.
Cada mes, Lin Yen subía a la
montaña y dejaba al pie del árbol donde tuvo lugar su extraño encuentro, el
mejor de sus venados. Y nunca, a su vuelta, halló ni rastro del animal.
Feliz y sin preocupaciones vivió
Lin Yen hasta avanzada edad.
999. Anonimo
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