Con el dinero de los ladrones, los
padres de Juan se compraron una casa mejor, tierras y ganado y eran muy
felices.
Viéndoles contentos, Juan solicitó
el permiso de sus padres para recorrer mundo. Era un chico sensato y no
pudieron negarse.
Llevaba ya Juan bastantes horas de
camino, cuando al cruzar un bosque divisó a un hombre que arrancaba árboles sin
más que sus brazos.
-¡Vaya fuerza! ¿Cómo te llamas?
-Tuercepinos. Soy leñador, y me
gustaría ver mundo.
-Vente conmigo -le dijo Juan.
Y el otro accedió.
Pronto se hicieron amigos y,
caminando caminando, vieron a un hombre que golpeaba la roca con los puños.
-¿Cómo te llamas? -le preguntó
Juan.
-Romperrocas y me gano la vida
haciendo gravilla a puñetazos. Pero lo que de verdad me gustaría es recorrer el
mundo.
-Yo me llamo Juan y mi amigo
Tuercepinos. Vente con nosotros.
Y los tres forzudos, que parecían
montañas, se fueron juntos a correr aventuras.
999. Anonimo
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