Un joven y apuesto caballero,
llamado Enrique Dos Santos, se dirigía a Evora, donde iba a celebrase las bodas
de su amigo, el príncipe Duarte, con la gentil princesa Margarita.
Al atravesar la sierra, el
caballero Enrique Dos Santos se sintió cansado y se tumbó sobre la hierba. Al
poco rato dormía profundamente.
Con los primeros rayos de la luna,
llegaron las hadas. La reina, Flor del Amor, al ver al caballero, se quedó
prendada. Y cuando él despertó, le rogó que se quedara. Enrique le hizo saber
que no podía, pues ya iba retrasado para llegar a las bodas de su amigo, el
príncipe de Portugal.
-En tal caso, te revelaré un
secreto -le dijo el hada, pero no puedes revelarlo, pues de lo contrario te
convertirás en estatua. Una bruja malvada va a enviar a un dragón para llevarse
a la princesa Margarita en cuanto concluyan las bodas.
El joven caballero prometió guardar
el secreto y partió a todo galope hacia Evora. Quería avisar al príncipe del
peligro, pero como llegó retrasado, los novios salían ya de la catedral.
Más tarde, cuando la princesa subió
a sus aposentos para cambiarse de vestido, suplicó al príncipe Duarte que le
dejara velar por la princesa.
-No es necesario, amigo: el palacio
está bien guardado -repuso Duarte.
999. Anonimo
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