Una
mujer dio a luz a un niño. Pero, en lugar de ponerle pantalones, le
ponía siempre vestidos. La gente se burlaba de eso; y, cuando el
chico se fue haciendo mayor, comprendió que su madre no obraba bien,
porque todo el mundo le gastaba bromas bastante pesadas.
La
madre murió y también el padrei.
El chico continuó vistiéndose de mujer. Una noche, su madre se le
apareció mientras dormía: «Voy a hacer que te conviertas realmente
en una mujer, porque dentro de unos días el hijo del rey buscará
con quién casarse».
El
muchacho no comprendía cómo su madre podía hacer lo que había
dicho. Cogió unas hojas que aquélla le había dejado, se las tomó,
y se convirtió en mujer. Al cabo de quince días, los soldados del
rey aparecieron por el poblado buscando a la chica más atractiva. Y
se lo llevaron a él. O a ella, puesto que ya se trataba realmente de
una chica. Y cuando el hijo del rey anunció que se casaría con
ella, los rumores empezaron a circular: «¿Es que el hijo del rey no
sabe que se trata de un chico?».
Una
vieja que vivía al final del poblado, pensó que podría sacarse un
buen dinero con aquel asunto. Esperó a que se celebrara la
ceremonia, y entonces se levantó: «Señores, yo asistí al parto y
puedo asegurar que el hijo del rey se ha casado con un hombre y no
con una mujen». El hijo del rey se enfureció: «Hay personas que
hablan demasiado y no saben lo que dicen». Cogió a su mujer, la
metió dentro de su habitación y la examinó a conciencia.
Luego
volvió donde estaba la vieja, le dio dos bofetadas y la mandó a su
casa llena de vergüenza. Y toda la gente comentó que «en vez de
ganar pan se había ganado unas bofetadas».
Fuente:
Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1
anonimo (guinea ecuatorial) - 055
i
El
alejamiento de la madre permite una posterior aparición como
donante; así, ella misma puede arreglar el desaguisado que ha
pro-vocado.
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