Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 1 de febrero de 2015

Los animales y los hombres .046

Los hombres y los animales vivían juntos en el mismo poblado. Cada vez que moría un animal, los hombres se lo comían; y cada vez que moría un hombre, lo enterraban. Hasta que los animales decidieron solventar esta situación: «Pero, ¿quién de nosotros se atreverá a plantear a los hombres un tema tan delicado?». La tortuga se presentó como voluntaria, pero el resto de los animales no lo veía claro: %Vaya tontería! Tú, que siempre andas escondida dentro de tu concha, ¿cómo vas a ir a parlamentar con los hombres?». La tortuga no se daba por vencida: «No importa en qué lugar te encuentres, ni tu estatura: lo que cuenta son las palabras que puedas decin>. Y aceptaron.
De manera que la tortuga se dirigió a un hombre: «¿Por qué cuando muere uno de nosotros os lo coméis y, en cambio, si el que muere es un hombre lo enterráis?». El hombre replicó: «El mundo es así. Vosotros estáis a nuestro servicio y tenéis que ser nuestro sustento». Cuando la tortuga explicó estos razonamientos a los demás animales, éstos se indignaron. Intentaron atacar a los hombres, pero perdieron la pelea y huyeron todos al bosque. Desde entonces hombres y animales viven por separado; y los hombres tienen que adentrarse en el bosque para poder capturarlosi.
Al principio, los animales no sabían qué es lo que tenían que hacer para poder comer, porque se habían acostumbrado a que el hombre los cuidara. Un día, cuando la tortuga se encontraba paseando por el bosque, vio el nido de una boa. Ésta nunca había vivido con los hombres; siempre había permanecido en el bosque.
Los animales decidieron enviar a un representante para pedir consejo a la boa sobre lo que debían hacer. Y mandaron al antílope. Al acercarse a la casa de la boa, el antílope tropezó con un tronco que yacía cruzando el camino, y perdió el sentido. Al levantarse, llegó hasta la casa de la boa y le preguntó qué debían hacer para sobrevivir en el bosque. La boa respondió: «Para mí resulta muy fácil: como hojas, bebo agua y duermo mucho». El antílope, de vuelta a casa, repetía para sus adentros lo que la boa le había dicho. Y así fue que no advirtió el tronco, tropezó de nuevo con él, perdió el sentido y lo olvidó todo. Al llegar a casa, todos los animales estaban muy contentos, porque creían que les contaría cómo tenían que vivir. Pero el antílope no sabía qué decir, y se quedó mudo como una piedra.
Entonces enviaron a la marmota. También tropezó con aquel tronco y se desmayó; pero por fin llegó hasta donde estaba la boa, que le repitió: «Como hojas, bebo agua y duermo mucho». Al volver a casa, tropezó de nuevo con el tronco y lo olvidó todo. Le preguntaron: «¿Qué hace, la boa, para vivir en el bosque?». La marmota miraba aturdida a sus compañeros, con los ojos bien abiertos. Pero no supo qué contestar.
Enviaron también a otros muchos animales. Y todos regresaron sin respuesta alguna. Cada vez que regresaba un animal, la tortuga pedía permiso para reemplazarle, pero los demás se oponían: «¿No ves que hay un tronco atravesado en medio del camino? ¿Cómo harías para pasarlo?». Pero cuando ya lo habían intentado todos los animales, incluso el león, y vieron que ninguno de ellos recordaba nada, le dejaron ir. Pero no confiaban en ella para nada: si los mejores animales ya lo habían probado sin ningún éxito, menos aún lo tendría la infeliz tortuga.
Ésta, naturalmente, también tropezó con el tronco y perdió el sentido. Al recuperarse, se dio cuenta de que ésa era la causa por la cual ningún animal recordaba los consejos de la boa. Ésta, ya estaba cansada de repetir la misma historia: «Tortuga, ya se lo he dicho a todos tus compañeros: como hojas, bebo agua y duermo mucho».
La tortuga rehizo el camino hasta el mismo tronco. Al llegar ahí, empezó a excavar la tierra y lo cruzó por debajo.
Al llegar donde estaban los otros animales, éstos ya estaban medio muertos de hambre. Al verla aparecer, le preguntaron: «¿Recuerdas lo que la boa ha dicho?». La tortuga respondió: «No, no recuerdo nada. Pero por el camino he tenido una idea: ¿Qué os parece si comemos unas cuantas hojas, bebemos un poco de agua y nos echamos a dormir?». Y todos hicieron lo que la tortuga había indicado: comieron, bebieron y durmieron tranquilamente.
Al día siguiente, la tortuga se lo explicó todo, y les regañó: «¿Por qué vosotros, tan grandes y buenos como os creéis, cuando os pasa algo en algún sitio volvéis y tropezáis con lo mismo?».
A partir de entonces, los animales comieron hojas. Hasta que hubo algunos que se rebelaron: «Nosotros, los animales mayores, tenemos que ser los dueños de los pequeños; y los pequeños, que sean los señores de las hojas». Así fue cómo los animales más grandes se hicieron carnívoros.
Por todas estas cosas, los animales viven en el bosque; los grandes se comen a los pequeños; y los más pequeños comen hojas.

Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat

0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 055


i Al carácter tottmico de este tipo de episodios hay que añadir que el etnocentrismo de las culturas hace interpretar que es la situación de los animales, y no la del hombre, la que ha cambiado.

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