El
rey Maseni tenía una bella hija que no se había acostado con ningún
hombre. La guardaba celosamente, convencido de que podía quedar
embarazada sin necesidad de acostarse con nadie.
Un
hombre acudió una noche al patio del rey. Y, al cerciorarse de que
éste dormía, silbó. Al oír el silbido, la chica se acercó a la
ventana y le tiró una cuerda para que subiera. Se acostaron juntos.
Y durante mucho tiempo utilizaron aquella estratagema para poder
pasar así todas las noches.
A
la hija del rey se la veía fatigada. Pero, si alguien le preguntaba
si le pasaba algo, decía que no, que no tenía nada en absoluto.
Pero, al cabo de unos meses, ya no podía disimular su embarazo.
Entonces,
el rey Maseni convocó a todo el pueblo y les dijo: «Hoy deseo
mostraros algo que nunca en la vida había sucedido». Llamó a su
hija y prosiguió: «Esta hija mía ha quedado embarazada sin haberse
acostado nunca con hombre alguno». Todos se extrañaron mucho de lo
que el rey decía, hasta que se levantó aquel hombre y dijo: «Yo
soy el amante de esta muchacha». Y la hija del rey lo corroboró:
«Efectivamente, éste es mi amante desde hace meses».
El
rey Maseni, que soñaba con tener un nieto que no fuera el fruto de
una unión normal, sintió una vergüenza tan grande que no pudo
presentarse más ante la gente. Y se suicidói.
Fuente:
Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1
anonimo (guinea ecuatorial) - 055
i
El
desequilibrio inicial se corregiría de una manera aún más
evidente con el matrimonio de los amantes.
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