Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 1 de febrero de 2015

Los tres amigos .085

Tres amigos habían salido a cazar al bosque: uno tenía una escopeta, otro una bala, y el tercero no llevaba nada pero era el único que sabía disparar. De pronto oyeron un ruido. Empezaron a discutir sobre qué clase de murmullo habían oído. Cuando estuvieron de acuerdo y ya habían cargado la escopeta para dársela al que sabía disparar, se dieron cuenta de que se trataba de una chica que paseaba por el bosque. La chica les dijo: «Menos mal que no habéis disparado, porque soy una persona igual que vosotros». Los jóvenes estaban estupefactos al ver que la muchacha se desenvolvía en el bosque como si fuera su propia casa. Ella les aclaró la cuestión: «Yo vivo aquí, con una jabalí. Y ya podéis iros largando, porque mi madre está a punto de llegan».
Los tres amigos empezaron a discutir de nuevo sobre si podían quedarse un rato más, cuando el primero de ellos dijo: «Me he enamorado de la chica. Le pediré que se case conmigo». Pero también los otros dos estaban enamorados de ella, así que las discusiones arreciaron. De pronto se oyó un enorme rugido. La madre de la chica apareció y los muchachos huyeron despavoridos. La jabalí les perseguía sin desmayo. Hasta que, por fin, el que sabía disparar recordó que la escopeta ya estaba cargada. Se volvió, disparó, y la jabalí cayó muerta. Entonces se dirigió a sus compañeros: «No me apetece quedarme con la carne. Si queréis, os la podéis llevar. Y, yo me llevaré a la chica, porque al fin y al cabo he sido el que ha matado a la jabalí».
El dueño de la escopeta aceptó el canje. Pero el dueño de la bala se opuso: «No hubieras podido matar a la jabalí sin mi bala. Yo también quiero llevarme a la mujer». El otro replicó: «Podríamos construir una casa y vivir juntos allí, y la muchacha podría cocinar para los dos». Parecía una buena idea, pero el de la bala no la aceptaba. De manera que siguieron las discusiones.
En un rincón del bosque, el antílope comentaba a la tortuga: «Hay dos muchachos que llevan toda la mañana peleándose. Tú que eres tan sabia, ¿por qué no intervienes? Así podremos recuperar la paz del bosque». La tortuga se acercó al lugar de la discusión y la muchacha le comentó: «Se pelean por mí; pero yo no quiero casarme con ninguno de ellos, porque han matado a mi madre». La tortuga le dijo que aprovechara la noche para marcharse. Entonces los muchachos vieron a la tortuga. Y, en lugar de escuchar los consejos que ésta podía darles, la metieron en un bidón de agua hirviendo y la mataron. Después prosiguieron la discusión.
Y así quedaron las cosas: la chica queriendo escaparse; y ellos dos discutiendo; y a' lo mejor todavía siguen haciéndolo, por no escuchar los consejos de la vieja tortuga.

Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat


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