Un
viejo vivía con su hijo en un lugar solitario. Se daba cuenta de que
ya le quedaba poco tiempo de vida. Llamó a su hijo y le explicó:
«Cuando muera, te dejaré un recuerdo. Mantén lo que te he enseñado
durante toda tu vida».
El
chico se entristeció al ver que su padre pensaba en la muerte. Y no
era en vano, porque murió al cabo de unos días. El muchacho siguió
viviendo tal como su padre le había enseñado. Y una noche, mientras
dormía, se le apareció: «Veo que vives de acuerdo con mis
enseñanzas. Te dejaré este libro, que te traerá mucha suerte.
Compártela con los pobres y no te cases nunca con una mujer rica».
Efectivamente,
el libro le daba al chico todo lo que le pedía. Y el muchacho iba
siguiendo los consejos de su padre. Pero también calculaba: «Si me
caso con una mujer pobre, su familia no podrá darme nada. Mientras
que si me caso con una princesa, su padre será muy rico y compartirá
sus riquezas conmigo».
Fue
a una fiesta, y encontró a una chica que le gustó. Pero antes de
pedirla en matrimonio indagó sobre sus riquezas. Y, al saber que era
pobre, la rechazó. Entonces se le apareció de nuevo su padre:
«Déjate de tonterías. Yo me voy a ir muy lejos y ya no podrás
verme más. Sigue mis consejos y cásate con la mujer que te guste,
aunque sea pobre».
Al
día siguiente, había otra fiesta. El chico vio que una chica de ahí
le gustaba mucho. Se acercó a ella, que le explicó que era de una
familia bastante pobre. Al ver que realmente le gustaba, el muchacho
la pidió en matrimonio y se casó con ella.
Durante
toda la vida fueron felices, porque el muchado había comprendido que
el padre es nuestro dios en la tierra y hay que seguir sus consejos.
Fuente:
Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1
anonimo (guinea ecuatorial) - 055
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