Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 1 de febrero de 2015

La tortuga y el leopardo .059

El leopardo y la tortuga vivían en el mismo poblado. Cada día salían al bosque para buscar alimento para sus familias. Y siempre sucedía que el leopardo, al tener más fuerza, encontraba más recursos y vivía mejor. Para colmo, un día encontró un bosque virgen de palmeras. Y, a partir de entonces, además de vivir mejor, la familia del leopardo pudo beber mejor, puesto que fabricaba un buen topei en sus palmeras.
La tortuga sentía una fuerte envidia, pero no podía alcanzar el tope porque el leopardo lo fabricaba sin tumbar la palmeraii. De manera que la tortuga, que no sabía subirse a los árboles, tuvo que asociarse con el antílope para que éste le ayudara a subir.
Así lo hicieron: el antílope ayudaba a la tortuga a subirse a la palmera, y ambos bebían el tope del leopardo. Cuando la tortuga advertía que él se acercaba por el camino, gritaba: «¡sus!». Y entonces, el antílope la empujaba al suelo y ambos escapaban corriendo.
El leopardo estaba confundido, porque no encontraba nunca al que le robaba el tope. Hasta que un día quiso cerciorarse mejor y pasó por otro camino. Al aproximarse a sus palmeras, advirtió la presencia de aquellos dos animales y lanzó un rugido de furor. La tortuga y el antílope echaron a correr, y el leopardo persiguió al antílope. Éste corría a toda velocidad cuando se encontró frente a un pantano. Lo quiso saltar, pero no pudo: se hundió en el barro, de manera que solamente sobresalía un ojo entre el fango.
Cuando el leopardo llegó al pantano, preguntó al ojo: «¿Has visto por dónde iba el antílope?». El ojo le contestó: «Amigo leopardo, ese antílope corría como el viento. Tendrás que esforzarte mucho más que hasta ahora si pretendes atraparle». El leopardo salió raudo en pos del antílope, mientras que éste regresaba tranquilamente a la casa de la tortuga: «No me habías dicho que estábamos robando el tope del leopardo.» La tortuga se excusó: «Las palmeras son mías. Lo que ocurre es que el leopardo cada día me exige que le regale un vaso de tope. Y como no se lo quiero dar, por eso está enfurecido».
La tortuga y el antílope continuaron yendo tranquilamente al bosque de palmeras del leopardo. Cuando éste regresó de perseguir al inexistente antílope, se propuso escarmentarlos. Y se acercó a sus palmeras por un tercer camino. Contuvo su rabia hasta llegar al mismo árbol donde los dos animales se estaban bebiendo su tope y les sorprendió. El antílope escapó a toda prisa, pero la tortuga cayó en sus garras.
El leopardo se sentía satisfecho. Llevó a la tortuga a su casa, y la metió dentro de un bidón. A la mañana siguiente, salió: quería ir a buscar tope para hacer una buena comida con la tortuga, dejando en casa a su madre. Cuando la tortuga vio la situación, levantó la voz para engañar a la madre del leopardo: «Tienes que sacarme del bidón. Voy a defecar, y debes saber que las excreciones de tortuga provocan un olor inaguantable». La madre del leopardo no quería sacarle del bidón: «Es igual. Hazlo en el mismo bidón. Ya lo sacaré fuera de la casa y lo utilizaremos como lavabo».
La tortuga porfiaba, porque le iba la vida: «Eso no podrás hacerlo. El lugar donde ha habido heces de tortuga no puede utilizarse de nuevo». La madre del leopardo, por fin, dejó que la tortuga saliera del bidón y se apartara un poco para hacer sus necesidades. La tortuga, naturalmente, aprovechó la ocasión para escapar.
Y así, cuando el leopardo regresó con el tope, vio que la tortuga había engañado a su madre; y se quedó sin poder comérsela.

Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat

0.111.1 anonimo (guinea ecuatorial) - 055
i Bebida alcohólica que se extrae del corazón de la palmera.

ii Es una costumbre annobonesa y bubi.

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