La
tortuga y el murciélago vivían juntos y se habían hecho buenos
amigos. Pero tenían un problema que les impedía desarrollar su
amistad: Mientras que el murciélago salía de noche, la tortuga
hacía su vida durante el día.
Un
día, la tortuga preguntó: «¿Qué es lo que comes cuando sales de
noche?». El murciélago le explicó que cazaba escarabajos y
cucarachas, y que también comía algunos frutos. Entonces la tortuga
le propuso: «Podríamos intercambiar nuestras comidas, y así
sabremos si podemos vivir juntos por más tiempo. Cuando anochezca,
acércate a la orilla del mar; allí, yo te daré medusas y algas, y
luego iremos a buscar tu comida para que yo también pueda probarla».
Cuando
el murciélago salió de casa al anochecer, se dedicó a su caza y
olvidó por completo el acuerdo que tenía con la tortuga. Ésta se
enfadó muchísimo; tanto, que al día siguiente el murciélago
acudió a la cita con una puntualidad asombrosa.
Cuando
el murciélago hubo probado las algas y las medusas que la tortuga le
había procurado, ésta dijo: «Ahora, me gustaría volar contigo
para ir cazando lo que tú comes». El murciélago reflexionó largo
rato, hasta que dio con una solución: «Podrías cogerte con la boca
a este palo. Yo llamaré a uno de mis compañeros, y cogeremos el
palo, uno por cada extremo. Así podrás volar con nosotros. Pero
procura no abrir la boca para nada, porque caerías y te matarías».
Así
lo hicieron. La tortuga estaba entusiasmada volando como los mismos
murciélagos. De pronto apareció un tercer murciélago, y a la
tortuga se le ocurrió que podría saludarlo: «Hola, amigo
murciélago. ¿No ves cómo estoy volando igual que vosotros?».
Naturalmente,
en cuanto abrió la boca se soltó del palo y cayó al vacío,
chocando estrepitosamente contra el suelo. Murió al instante, y los
murciélagos prosiguieron solos su noche de caza.
Fuente:
Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1
anonimo (guinea ecuatorial) - 055
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