Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 1 de febrero de 2015

Los animales y los hombres .074

Los hombres y los animales vivían juntos en el mismo poblado. Los animales comían lo que los hombres les daban, y éstos eran los únicos que trabajaban. Hasta que un día se cansaron y se fueron al bosque virgen, donde construyeron una aldea y empezaron a cultivar de nuevo: yuca, maíz...
Los animales se quedaron sin saber qué hacer. Uno de ellos, el antílope, que es el más atrevido, llegó hasta un lugar cercano a la nueva aldea y vio las nuevas fincas. Regresó con sus compañeros y les contó lo que había visto, pero los otros no le creyeron: «Por esa parte del bosque no hay plantas cultivadas. Ya nos estás diciendo otra de tus mentiras».
El antílope regresó al bosque y se acercó un poco más. Hasta que vio a un hombre y también el hombre le vio a él y empezó a perseguirle. El antílope llegó sudoroso donde estaba el resto de los animales y les explicó de nuevo lo que había visto. El leopardo se mofaba de él: «Nos has dicho tantas mentiras, que no puede ser que ahora nos digas la verdad». La tortuga fue la única que le apoyó: «Pudiera ser verdad. Al fin y al cabo, los hombres tienen que estar en algún sitio. El que se crea fuerte, que vaya ahí y que intente quitarle la comida a los hombres».
Cuando el antílope regresó al lugar en cuestión, los hombres habían dispuesto a un perro como vigilante. El antílope se apercibió cuando el perro empezó a ladrar y a perseguirle. Solamente cuando llegaron al lugar donde estaban todos los animales y el perro vio al elefante, dio la vuelta y volvió con los hombres. Éstos empezaron a preocuparse: «Si los animales vuelven otra vez a nuestro poblado, estaremos igual que antes. Y no queremos compartir el fruto de nuestro trabajo».
Por la noche, se acercó a las fincas el jabalí. Empezó a arrancarle todo y se llevó mucha comida al poblado de los animales. Al dia siguiente, los hombres andaban preocupados: «El jabalí no es como el antílope. Si esta noche vuelve, tendremos problemas».
Uno de ellos se ofreció a quedarse como vigilante toda la noche. Cuando llegó el jabalí, intentó asestarle un golpe con el machete. El animal lo esquivó y empezó a perseguirle. El hombre huyó atemo-rizado, a toda prisa, y cayó en un barranco. El jabalí se acercó y le arrancó una pierna.
Los hombres decidieron irse de aquel lugar y establecer una nueva aldea más allá. Y los animales, desde entonces, se acercan donde viven los hombres para robarles las plantas que cultivan.

Fuente: Jacint Creus/Mª Antonia Brunat


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