Los
hombres y los animales vivían juntos en el mismo poblado. Los
animales comían lo que los hombres les daban, y éstos eran los
únicos que trabajaban. Hasta que un día se cansaron y se fueron al
bosque virgen, donde construyeron una aldea y empezaron a cultivar de
nuevo: yuca, maíz...
Los
animales se quedaron sin saber qué hacer. Uno de ellos, el antílope,
que es el más atrevido, llegó hasta un lugar cercano a la nueva
aldea y vio las nuevas fincas. Regresó con sus compañeros y les
contó lo que había visto, pero los otros no le creyeron: «Por esa
parte del bosque no hay plantas cultivadas. Ya nos estás diciendo
otra de tus mentiras».
El
antílope regresó al bosque y se acercó un poco más. Hasta que vio
a un hombre y también el hombre le vio a él y empezó a
perseguirle. El antílope llegó sudoroso donde estaba el resto de
los animales y les explicó de nuevo lo que había visto. El leopardo
se mofaba de él: «Nos has dicho tantas mentiras, que no puede ser
que ahora nos digas la verdad». La tortuga fue la única que le
apoyó: «Pudiera ser verdad. Al fin y al cabo, los hombres tienen
que estar en algún sitio. El que se crea fuerte, que vaya ahí y que
intente quitarle la comida a los hombres».
Cuando
el antílope regresó al lugar en cuestión, los hombres habían
dispuesto a un perro como vigilante. El antílope se apercibió
cuando el perro empezó a ladrar y a perseguirle. Solamente cuando
llegaron al lugar donde estaban todos los animales y el perro vio al
elefante, dio la vuelta y volvió con los hombres. Éstos empezaron a
preocuparse: «Si los animales vuelven otra vez a nuestro poblado,
estaremos igual que antes. Y no queremos compartir el fruto de
nuestro trabajo».
Por
la noche, se acercó a las fincas el jabalí. Empezó a arrancarle
todo y se llevó mucha comida al poblado de los animales. Al dia
siguiente, los hombres andaban preocupados: «El jabalí no es como
el antílope. Si esta noche vuelve, tendremos problemas».
Uno
de ellos se ofreció a quedarse como vigilante toda la noche. Cuando
llegó el jabalí, intentó asestarle un golpe con el machete. El
animal lo esquivó y empezó a perseguirle. El hombre huyó
atemo-rizado, a toda prisa, y cayó en un barranco. El jabalí se
acercó y le arrancó una pierna.
Los
hombres decidieron irse de aquel lugar y establecer una nueva aldea
más allá. Y los animales, desde entonces, se acercan donde viven
los hombres para robarles las plantas que cultivan.
Fuente:
Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1
anonimo (guinea ecuatorial) - 055
No hay comentarios:
Publicar un comentario