278. Cuento popular castellano
En una ciudaz murió una señora muy rica. Y en
los dedos llevaba una preciosa sortija de diamantes. El sepulturero, que era
algo ambicioso, quiso cogérsela. Pero al no podérsela sacar, la cortó el dedo.
Entonces la señora se incorporó y se puso de pie en la caja, porque la hacía
falta una sangría. Y el sepulturero, lleno de miedo, huyó como alma que lleva
el diablo.
Entonces la señora se encaminó para su casa y
llamó. Su familia no quería creer que fuese ella; pero al abrir la rejilla y
ver que era ella en persona, la abrieron. Entonces la señora les contó lo
ocurrido, y anduvieron en muchas pesquisas para ver si encontraban al
sepulturero; pero no lograban dar con él.
Al cabo de bastantes años fue pidiendo
limosna a la casa de la señora. Y en una de las conversaciones -dio la
casualidaz de que él era el sepulturero del mismo pueblo. Entonces, al saberlo
la familia de aquella señora, le dieron una excelente carrera.
Se trata de un caso verídico.
San
Pelayo, Valladolid.
Contado
por una niña de unos 12 años
11
de mayo, 1936.
en
Villabrágima, Valladolid. Se lo contó su abuela.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. anonimo (castilla y leon)
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