321. Cuento popular castellano
Iba un cura un caminito alante. Y ya muy
cansado, se sentó un rato al lado del camino para descansar. Y tuvo que hacer
del cuerpo y se cagó. Como estaba muy cansado, iba pensando cómo podría
hacerse con un caballo. En esto vio venir un caballero con un caballo, y dice
el cura:
-¡Hombre, ya sé cómo engaño a este caballero!
Va y pone su sombrero encima de la mierda, y
se está:
-¡Quieto, canario! ¡Quieto, canario! Cuando se acerca el caballero.
-¿Qué tiene usted allí?
-Un canario de mucho valor -dice el cura. Y
no sé qué voy a hacer. Necesito una jaula; pero no puedo dejar el sombrero solo
porque se marchará el pájaro.
-Pues, nada, si usted quiere, le puedo dejar
el caballo, y yo me quedo guardando el canario.
Se baja el caballero y monta el cura, y queda
el caballero guardando el sombrero. Y después de estar esperando mucho rato,
dice el hombre:
-Pues, a ver cómo es este pájaro. Y diciendo:
-¡Quieto, canario! ¡Quieto, canario!
Mete poco a poco una mano, y tocando una cosa
rara y fea, saca de prisa la mano y con las prisas da de golpe contra una piedra.
Desenrajó los dedos y con el dolor los mete en la boca, gritando:
-¡Ay! ;Ay!
Matamala,
Segovia. Teodoro Sanz.
28
de marzo, 1936. Labrador, 40 años.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. anonimo (castilla y leon)
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