320. Cuento popular castellano
Éste era un gallego que venía de segar. Llegó
a descansar en la ermita de San Sebastián. Y el ermitaño se enteró que en una
bolsa traía unos cuantos duriños. Y con gran cuidado, mientras el gallego
dormía, pone a la puerta un cartel que decía: «El que deje un duro en este
abujero, dando la vuelta a la ermita, encontrará dos».
Y al despertar el gallego:
-¡Hombre! ¡Quién lo hubiera sabido antes!
¡Conque el que dé la vuelta a la ermita, si deja un duro, encontrará dos!
Entonces el gallego pone el duro, da la
vuelta a la ermita y encuentra los dos. Y entonces el ermitaño pone otro
cartel que dice: «El que ponga dos y dé la vuelta, encontrará cuatro». En
efecto, así lo hizo el gallego. Mientras tanto, el ermitaño así sucesivamente
iba multiplicando. Pero ya dice el gallego:
-Y, ¿quién me manda dar tantas vueltas? Pos
si tengo cincuenta duriños, pos los pongo de una vez, y cuando vuelva me encontraré
el doble.
Pone los cincuenta duriños, da la vuelta a la
ermita y se encuentra sin nada. Y entonces el gallego exclama:
-¡Vamos, judío, Sebastián, no tengas gana de
broma. Dame mis duriños, aunque nada más sea!
Y por varias veces repetía:
-Dame lo míu, aunque nada más sea.
Y al ver que no se los daba, el gallego dice:
-¡Anda, judío Sebastián, que por granuja y
embustero, te ves
atado a ese madero!
Y el gallego se marchó a su casa sin los
cincuenta duriños en el sombrero. Y ése es el cuento de San Sebastián.
Cuéllar,
Segovia. Mariano, señor de unos 55 años.
22
de abril, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. anonimo (castilla y leon)
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