406. Cuento popular castellano
Un cura tenía dos lechones y se le salieron
de casa. Y había un tonto en el pueblo y fue y se le recogió uno de sus
lechones y se le mató. Y el cura no pudo saber quién se le había matao.
Y, ¿qué hizo el cura? Hizo una confesión
general a todo el pueblo por ver si lo podía descubrir. Y todos se confesaron,
y el cura no pudo aclarar quién le había matao el lechón. Y no faltaba de
confesar nada más que el tonto. Y fue la madre del tonto a confesar, y le dijo
el señor cura:
-Tiene usted que mandar a confesar al hijo.
-Señor cura -dice ella-, ¿a qué le voy a
mandar venir, si no dice más que tontadas?
-¡Sí, sí! -dice el cura-, ¡tiene usted que
mandarle!
Conque fue a casa la madre y le dijo al tonto
que tenía que irse a confesar. Y le decía la madre:
-No le digas que hemos matao el lechón, ¿eh?
-¡Sí, pa que nos le coma! -decía el tonto.
Conque va a confesar, y le pregunta el señor
cura:
-El primer mandamiento es amar, a Dios sobre
todas las cosas. ¿Has amao a Dios?
-¿Le has amao tú? -le dice el tonto al cura.
-Yo sí -dice el cura.
-Pues yo también -dice el tonto. Y sigue el
cura:
-El segundo mandamiento, no jurar su santo
nombre en vano.
¿Has jurao contra Dios o contra los santos?
-¿Has jurao tú? -dice el tonto.
-Yo no -dice el cura.
-Pues yo tampoco -dice el tonto.
Y así, sucesivamente, fue preguntando el cura
hasta el séptimo.
-El séptimo mandamiento, no hurtar -dice el
cura. ¿Has hurtado alguna cosa a alguno?
-¿La has robao tú? -dice el tonto.
-Yo, sí -dice el cura. He robao una vez un
lechón.
-Pues te quedas con Dios -le dice el tonto,
¡que me ha dicho mi madre que no me junte a dengún ladrón!
Cervera
de Río Pisuerga, Palencia. Santiago Gutiérrez.
24
de mayo, 1936. Labrador, 72 años.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. anonimo (castilla y leon)
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