380. Cuento popular
castellano
Éstos eran tres gallegos que estaban segando
aquí en las Castillas. Eran muy pobres y habían salido de su país para buscar
medios más favorables de vida. Al terminar la siega, emprendieron la vuelta a
su tierra.
Caminaron durante todo el día y les llegó la
noche en un monte. Estaban ya muy cansados de su larga caminata y resolvieron
pasar la noche allí. Buscaron un lugar conveniente y ya se disponían a echarse
a dormir cuando oyeron ruido de caballerías que se aproxi-maban al sitio en que
ellos se hallaban.
-¿Serán ladrones? -dijo uno de los gallegos.
¿Dónde nos esconderemos?
-Mira dónde hay tres robles -dijo otro. Nos
quedaremos cada uno en uno.
Se subieron rápidamente a los robles y se
ataron con la faja para que cuando quedasen dormidos no se cayesen. Cuando a
poco tiempo llegaron los que venían a caballo. Se trataba, en efezto, de una
cuadrilla de ladrones. Venían a pasar la noche en ese mismo monte. Saltaron al
suelo y el capitán mandó que se preparase la cena.
Uno de la cuadrilla se puso a recorrer el
monte recogiendo hojas y leña para el fuego, y en uno de sus viajes tropezó con
los zuecos que uno de los gallegos, en sus prisas para ocultarse, había dejado
olvidados.
-¡Compañeros! -exclamó-. ¿Dónde estará el
dueño de estos zuecos?
Miraron hacia arriba y descubrieron allí al
pobre gallego. Y ya dice uno de los bandidos:
-Pues ¡a por él!
Se subieron y le mataron. Ya se queda uno de
los bandidos mi
rando al muerto, y les dice a, los otros:
-¡Cuidao que es echar sangre este hombre! Y
ya salta otro de los gallegos:
-¡Será un cuartillo de vino que hemos echao
en el pueblo inmediato!
Y saltan los bandidos.
-Pero ¡hombre, si hay aquí otro! ¡A por él!
Se subieron a por él y también le mataron. Y
ya, al poco tiempo, dicen los bandidos:
-¡Cuidao que han sido hombres tontos! ¡Se
suben allí pa que no los vea nadie y se declaran ellos mismos! Y ya salta el
otro gallego y dice:
-¡Por eso estoy yo aquí callando!
-Pero ¡hombre, si hay otro allí en ese árbol!
Y se subieron y también le mataron. Y así
murieron los tres gallegos.
Astudillo,
Palencia.Anselmo Velasco.
16
de mayo, 1936.Labrador, 36 años.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. anonimo (castilla y leon)
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