Había una vez, hace mucho
mucho tiempo, un bufón japonés llamado Kikishó. Todos lo conocían, la buena
gente del pueblo se divertía con sus gracias, pero los malvados, especialmente
los avariciosos, le tenían miedo. Una vez Kikishó amarró un par de hermosos
faisanes a una caña de bambú y se quedó rondando la casa de un conocido tacaño,
a la vez que proclamaba:
-Gorriones, gorriones,
¿quién quiere gorriones? Doce por un escudo.
Cuando el tacaño escuchó
lo que decía Kikishó, se frotó las manos de contento:
-Ese imbécil no sabe
siquiera distinguir un faisán de un gorrión. Listo, voy a comprarle sus
gorriones, así podré comer algo bueno para toda una semana. Y sólo por un
escudo.
Y así fue. Salió de su casa,
llamó a Kikishó, le entregó un escudo y le dijo:
-Anda, dame esos
gorriones.
-Aquí están, distinguido
señor -respondió Kikishó alegremente mientras sacaba, de una bolsa que llevaba
en bandolera, una docena de gorrioncitos muy delgaduchos que le entregó al
tacaño.
El avariento se quedó
pasmado y Kiskihó se fue a toda carrera con sus faisanes.
040. anonimo (japon)
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