Cuento popular
Pues iba un día tío buey
hacia un río para calmar su sed, cuando se encontró en su camino a tío tigre,
atrapado bajo una rama que había roto el viento.
-¡Ay, tío buey! -le dijo
el tigre con voz lastimera, como si estuviera agonizando. Sáqueme de aquí y le
prometo que no le haré ningún daño. Ay, líbreme de este pesado tronco...
Tío buey replicó:
-De todo esto seguro que
se olvidará cuando esté libre, porque está dicho que un bien con un mal se
paga, así que es mejor que no le libere de la rama.
Pero como tío tigre
conocía bien el corazón de tío buey, le suplicó de nuevo con una voz que hacía
llorar hasta las piedritas del camino. Así convenció a tío buey.
-Bueno, me fiaré de su
palabra.
Y le quitó la rama,
continuando luego juntos el camino como buenos amigos. Llegaron al río y,
también juntos, saciaron su sed con agua fresca.
Cuando regresaban, tío
tigre dijo:
-Hum, ahora que bebí agua
se me ha abierto el apetito, así que prepárese, tío buey, porque me lo voy a
comer.
-¿Cómo puede decir eso si
prometió bajo su palabra que no me haría ningún daño?
Tío tigre añadió:
-Usted mismo tuvo la
culpa, pues fue quien me dijo que un bien con un mal se paga. Así que ahorita
mismo me voy a comer su carne.
-¡De eso nada! -dijo tío
buey. Vamos donde el juez de paz.
El juez de paz era tío
conejo, que tenía su oficina en un tronco de árbol. Y hasta ahí llegaron tío
buey y tío tigre.
Comenzó tío tigre:
-A ver, señor juez, ¿con
qué se paga un bien?
-Pues dicen que un bien con
un mal se paga -contestó el juez.
-Así que ya lo ve, tío
buey -dijo tío tigre. Me lo voy a comer.
El juez de paz pidió que
le explicaran el origen de la cuestión, y tío buey tomó la palabra y contó cómo
había encontrado a tío tigre y el trato que habían acordado.
-En este caso, tenemos
que realizar una inspección ocular -dijo el juez. Vayamos al lugar del hecho.
Todos se dirigieron hacia
allá y, una vez en el lugar, el juez pidió a tío tigre que se colocara bajo la
rama, pues le parecía imposible que hubiera estado allí y así podría emitir su
juicio con mayor acierto. Lleno de dudas, le dijo a tío buey:
-¡No me creo que puedas
levantar esa rama...!
Entonces, tío buey
levantó con facilidad la rama, ayudándose de sus cuernos, y tío tigre se colocó
debajo de ella.
Tío conejo se dirigió a
tío tigre:
-Como es evidente que tío
buey le salvó a usted de una muerte segura, y también está claro su poco
agradecimiento, en honor a la
Justicia , se va a quedar usted bajo la rama y tío buey se irá
al campo a pacer tranquilamente.
Dictada la sentencia, tío
conejo regresó a su oficina y tío buey se alejó despacio pensando: «Un bien con
un mal se paga».
077. anonimo (costa rica)
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