Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 2 de agosto de 2012

La sapita encantada

Había una vez una señora que tenía una hija muy alegre y divertida. Como se pasaba todo el día cantando, la casa parecía una campanita musical. Cantaba tan pero tan lindo que los vecinos se acercaban para poder escucharla, pero nunca podían verla. Nadie la conocía.
Por ahí cerca vivía el rey, que tenía tres hijos que se querían casar. Un día, cuando pasaron por la casa, escucharon ese canto y se quedaron mudos de emoción.

‑Con ella me quiero casar ‑dijo uno.
‑Con ella me quiero casar ‑dijo el segundo.
‑Con ella me quiero casar ‑dijo el tercero.

Los tres fueron hasta la casa, golpearon la puerta y salió la señora:

‑¿Qué desean, señores?
‑Escuchamos una voz encantadora y queremos conocer a su dueña ‑dijeron los tres al mismo tiempo.
‑¿Para qué quieren conocerla? ‑preguntó la señora.
‑Yo me quiero casar con ella ‑dijo uno.
‑Yo me quiero casar con ella ‑dijo el segundo.
‑Yo me quiero casar con ella ‑dijo el tercero.
‑ iEpa! iMuchachos! iNo tan rápido! ¿Y quiénes son ustedes que andan queriendo casarse con mi hija? ‑gritó la señora.
‑Yo soy el hijo del rey ‑dijo uno.
‑Yo soy el hijo del rey ‑dijo el segundo.
‑Yo soy el hijo del rey ‑dijo el tercero.
‑¡Ah, sí! Bueno, ahora llamo a mi hija. ¡Aquí está! ‑y vino una sapita a los saltos.
‑¿Qué es esto? ¡Por Dios! ¿Cómo me voy a casar con este animal tan asqueroso? ‑dijo uno y se fue.
‑¡Qué me voy a casar con este bicho tan fiero! ‑dijo el otro y se fue.
‑Yo sí me quiero casar con ella, si usted me autoriza ‑dijo el ter­cero.
‑¿Está seguro? ‑preguntó la señora.
‑Sí, estoy seguro y, si usted me permite, quisiera que me acom­pañe hasta mi casa así mis padres la conocen.
‑Bueno, pero usted se hace responsable.

El príncipe se fue con la sapita. Ella cantaba y él la acariciaba.
Al llegar a una laguna, la sapita saltó de los brazos del príncipe y se tiró al agua.
Sorprendido, el príncipe la empezó a llamar, pidiéndole que volviera. La respuesta fue un canto maravilloso que venía desde lo más profundo de la laguna.
Cuando el príncipe miró, vio a la sapita convertida en una maravillosa mujer saliendo del agua, con vestidos de oro y perlas.
Cantando y cantando, la música despertó a los animales del bosque, a la gente de los pueblos vecinos y a la familia real, conta-giándolos de alegría.

Argentina, Chile, Uruguay, Perú, Ecuador.

Con variantes recorre toda América Latina.

Fuente: María Luísa Miretti

081. anonimo (sudamerica)

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