Cuento popular
Este era un padre que
tenía tres hijos. Su mayor orgullo era una huerta donde cultivaba lo justito
para alimentar a la familia. Pero ocurría que por la noche llegaba a la huerta
el caballito de siete colores y se comía lo que el padre cultivaba con tanto
esfuerzo.
Un día le dijo al hijo
mayor que tenía que atraparlo. El hijo compró una lira, una hamaca y un puñado
de alfileres [1].
Se puso a tocar la lira y a cantar tumbado en la hamaca, pero pronto le entró
el sueño y se durmió. Así que no pudo ver al animal que se comía la huerta de
su padre.
El segundo dijo:
-Padre, no se inquiete.
Mi hermano se durmió, pero yo lo atraparé.
Y se dispuso a hacer lo
mismo que el otro, pero también se durmió y no vio al animal.
El tercero dijo:
-Padre, yo lo intentaré
ahora.
E hizo lo mismo, con tan
buena suerte que no se durmió, vio al animal y lo atrapó. El caballito le
suplicó que lo soltara y le prometió no comerse nada de la huerta, pero Juanito
le dijo que no, que lo iba a llevar ante el padre. El caballito entonces le
pidió que, cuando llegaran, le dejara escapar, porque si no el padre le
mataría.
-Tendré lista una silla y
unas riendas, y si quieres, te vienes conmigo a recorrer la tierra.
Como Juanito siempre
había soñado con conocer mundo, le dijo que sí, y se fueron. Cuando no corrían
por tierra, iban por los aires, porque el caballito volaba. En una ocasión de
esas en que iban volando -flap, flap-, Juanito cogió una pluma en el aire y se la
enseñó al caballito.
-¡Ay!, por esa pluma
muchas lágrimas llorarás -le dijo el caballito.
Llegaron a un pueblo y se
hospedaron donde el rey. La reina se enamoró de Juanito y le perseguía, pero él
se negaba y le decía que no, porque el rey se enfadaría. Ella se puso furiosa
y, para vengarse, le dijo al rey que Juanito le había dicho que él se atrevía a
coger el pájaro de la pluma que tenía en el sombrero.
-¿Ah, sí? -dijo el rey, y
mandó llamar a Juanito.
-¿Es verdad que tú dices
que te atreves a buscar el pájaro de esa pluma que llevas en el sombrero?
-Yo no lo he dicho,
majestad -dijo él-, pero si usted quiere, yo lo hago.
Se fue donde el caballito
y se echó a llorar. Cuando el caballito le preguntó qué tenía, él le contó la
venganza de la reina.
-Ay, Juanito, ¿tú ves
como esa pluma te iba a hacer sufrir? Móntate y vamos.
Flap, flap, se fueron y
llegaron a una laguna donde había muchas aves de rapiña. El caballito le dijo a
Juanito:
-Ahí mejor no nos metemos
-y se fueron a otra laguna cercana.
-Métete ahí y busca el
pájaro; pero cuando te veas muy apurado, llámame.
Juanito se metió en el
agua y pronto llegaron todas las aves. Cuando ya estaba muy apurado, gritó:
-¡Caballito de siete
colores, váleme!
Vino el caballito y le
dijo:
-¿Por qué no me llamabas?
Anda, coge el pájaro y vámonos.
Juanito atrapó el pájaro
y se lo entregó al rey.
Entonces la reina, más
enamorada que antes, pero también más furiosa, le dijo al rey que Juanito decía
que se atrevía a coger la hembra.
El rey le llamó y le
dijo:
-¿Es verdad que tú dices
que te atreves a buscar a la hembra?
-Yo no lo he dicho -dijo
Juanito-, pero si usted quiere, yo lo hago.
Volvió de nuevo donde el
caballito y se echó a llorar. Este le preguntó qué tenía.
-¡Ay, Juanito! ¿No te
dije yo que ibas a llorar por esa pluma? Súbete y vámonos.
Flap, flap, se fueron y
llegaron a otras lagunas. El caballito le dijo que buscara ahí a la hembra y
que cuando se viera muy apurado, le llamara.
Se metió y le cayeron
encima las aves. Cuando ya no podía más, gritó:
-¡Caballito de siete
colores, váleme!
Enseguida llegó el
caballito:
-¿Por qué no me llamabas?
Anda, coge a la hembra y vámonos.
Cuando la reina vio que
la había llevado, se enamoró mucho más de Juanito, pero aún tenía más rabia y
furia por seguir siendo desdeñada. Entonces, le dijo al rey que Juanito se
atrevía a encontrar una hija que se les había perdido en una ocasión. El rey,
aunque lo dudó, mandó a buscar a Juanito.
-¿Es verdad que tú dices
que encontrarás a mi querida hija perdida?
-Yo no lo he dicho -dijo
Juanito-, pero si usted quiere, yo lo hago.
Y se fue a llorar donde
el caballito. Este le dijo:
-Vámonos, Juanito, que yo
te voy a ayudar a encontrar a esa muchacha. Coge un cordel, un machete y una
sábana, y móntate. Se fueron volando -flap, flap- y llegaron hasta el mar,
donde el caballito le dijo que le matara. Pero Juanito no quería y le decía:
-¿Cómo que te mato?
¿Cómo?
-Mátame y amárrame bien
en la sábana, me atas con un cordel y me echas al mar, diciendo: «Caballito de
siete colores, ¡váleme! Caballito de siete colores ¡váleme!». Así hasta que
aparezca la muchacha.
Finalmente, le convenció
y, cuando ya estaba muy afanado diciendo: «Caballito de siete colores ¡váleme!,
caballito de siete colores, ¡váleme!», se le apareció el caballito de siete
colores por detrás con una preciosa muchacha montada sobre él.
-Mírame, Juanito, y mira
a la princesa.
Se fueron y, cuando
llegaron donde el rey, tanta fue la alegría que hasta la reina consintió en
casar al muchacho con la princesa. Y colorín colorado, este cuento se ha
acabado.
074. R. dominicana
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