Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 2 de agosto de 2012

El caballito de los siete colores


Cuento popular

Este era un padre que tenía tres hijos. Su mayor orgullo era una huerta donde cultivaba lo justito para alimentar a la familia. Pero ocurría que por la noche llegaba a la huerta el caballito de siete colores y se comía lo que el padre cultivaba con tanto esfuerzo.
Un día le dijo al hijo mayor que tenía que atraparlo. El hijo compró una lira, una hamaca y un puñado de alfileres [1]. Se puso a tocar la lira y a cantar tumbado en la hamaca, pero pronto le entró el sueño y se durmió. Así que no pudo ver al animal que se comía la huerta de su padre.
El segundo dijo:
-Padre, no se inquiete. Mi hermano se durmió, pero yo lo atraparé.
Y se dispuso a hacer lo mismo que el otro, pero también se durmió y no vio al animal.
El tercero dijo:
-Padre, yo lo intentaré ahora.
E hizo lo mismo, con tan buena suerte que no se durmió, vio al animal y lo atrapó. El caballito le suplicó que lo soltara y le prometió no comerse nada de la huerta, pero Juanito le dijo que no, que lo iba a llevar ante el padre. El caballito entonces le pidió que, cuando llegaran, le dejara escapar, porque si no el padre le mataría.
-Tendré lista una silla y unas riendas, y si quieres, te vienes conmigo a recorrer la tierra.
Como Juanito siempre había soñado con conocer mundo, le dijo que sí, y se fueron. Cuando no corrían por tierra, iban por los aires, porque el caballito volaba. En una ocasión de esas en que iban volando -flap, flap-, Juanito cogió una pluma en el aire y se la enseñó al caballito.
-¡Ay!, por esa pluma muchas lágrimas llorarás -le dijo el caballito.
Llegaron a un pueblo y se hospedaron donde el rey. La reina se enamoró de Juanito y le perseguía, pero él se negaba y le decía que no, porque el rey se enfadaría. Ella se puso furiosa y, para vengarse, le dijo al rey que Juanito le había dicho que él se atrevía a coger el pájaro de la pluma que tenía en el sombrero.
-¿Ah, sí? -dijo el rey, y mandó llamar a Juanito.
-¿Es verdad que tú dices que te atreves a buscar el pájaro de esa pluma que llevas en el sombrero?
-Yo no lo he dicho, majestad -dijo él-, pero si usted quiere, yo lo hago.
Se fue donde el caballito y se echó a llorar. Cuando el caballito le preguntó qué tenía, él le contó la venganza de la reina.
-Ay, Juanito, ¿tú ves como esa pluma te iba a hacer sufrir? Móntate y vamos.
Flap, flap, se fueron y llegaron a una laguna donde había muchas aves de rapiña. El caballito le dijo a Juanito:
-Ahí mejor no nos metemos -y se fueron a otra laguna cercana.
-Métete ahí y busca el pájaro; pero cuando te veas muy apurado, llámame.
Juanito se metió en el agua y pronto llegaron todas las aves. Cuando ya estaba muy apurado, gritó:
-¡Caballito de siete colores, váleme!
Vino el caballito y le dijo:
-¿Por qué no me llamabas? Anda, coge el pájaro y vámonos.
Juanito atrapó el pájaro y se lo entregó al rey.
Entonces la reina, más enamorada que antes, pero también más furiosa, le dijo al rey que Juanito decía que se atrevía a coger la hembra.
El rey le llamó y le dijo:
-¿Es verdad que tú dices que te atreves a buscar a la hembra?
-Yo no lo he dicho -dijo Juanito-, pero si usted quiere, yo lo hago.
Volvió de nuevo donde el caballito y se echó a llorar. Este le preguntó qué tenía.
-¡Ay, Juanito! ¿No te dije yo que ibas a llorar por esa pluma? Súbete y vámonos.
Flap, flap, se fueron y llegaron a otras lagunas. El caballito le dijo que buscara ahí a la hembra y que cuando se viera muy apurado, le llamara.
Se metió y le cayeron encima las aves. Cuando ya no podía más, gritó:
-¡Caballito de siete colores, váleme!
Enseguida llegó el caballito:
-¿Por qué no me llamabas? Anda, coge a la hembra y vámonos.
Cuando la reina vio que la había llevado, se enamoró mucho más de Juanito, pero aún tenía más rabia y furia por seguir siendo desdeñada. Entonces, le dijo al rey que Juanito se atrevía a encontrar una hija que se les había perdido en una ocasión. El rey, aunque lo dudó, mandó a buscar a Juanito.
-¿Es verdad que tú dices que encontrarás a mi querida hija perdida?
-Yo no lo he dicho -dijo Juanito-, pero si usted quiere, yo lo hago.
Y se fue a llorar donde el caballito. Este le dijo:
-Vámonos, Juanito, que yo te voy a ayudar a encontrar a esa muchacha. Coge un cordel, un machete y una sábana, y móntate. Se fueron volando -flap, flap- y llegaron hasta el mar, donde el caballito le dijo que le matara. Pero Juanito no quería y le decía:
-¿Cómo que te mato? ¿Cómo?
-Mátame y amárrame bien en la sábana, me atas con un cordel y me echas al mar, diciendo: «Caballito de siete colores, ¡váleme! Caballito de siete colores ¡váleme!». Así hasta que aparezca la muchacha.
Finalmente, le convenció y, cuando ya estaba muy afanado diciendo: «Caballito de siete colores ¡váleme!, caballito de siete colores, ¡váleme!», se le apareció el caballito de siete colores por detrás con una preciosa muchacha montada sobre él.
-Mírame, Juanito, y mira a la princesa.
Se fueron y, cuando llegaron donde el rey, tanta fue la alegría que hasta la reina consintió en casar al muchacho con la princesa. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

074. R. dominicana


[1] Alfiler: en algunas zonas de América Latina, pequeña arma blanca.

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