Cuento popular
Pues cuentan que había
una vez un hombre bondadoso y sencillo que tenía una gran fortuna, pero un día
la mala suerte le alcanzó y perdió hasta la última moneda que había ahorrado.
El hijo, que estaba de viaje, tuvo un accidente y murió, y la mujer, que no
pudo soportar tanto dolor, falleció al poco tiempo. Así que enseguida tuvo este
hombre una ruina completa, y hasta los amigos dejaron de visitarle.
Entonces, el hombre
vendió hasta su casa y se quedó en la miseria total. Un día se dirigió a una
cueva donde vivía un ermitaño, que decían era sabio y ayudaba a todo el mundo.
El ermitaño, que era aún
más pobre que el hombre, le invitó a un trago de agua y escuchó lo que había
ido a contarle.
El hombre le contó todas
sus penas y le preguntó si sabría de alguien que le prestara un poco de dinero,
pues con él podría pagar algunas deudas y comenzar de nuevo. El ermitaño estaba
muy apenado por la historia, pero era evidente para el hombre que poco podría
hacer. En esto un alacrán comenzó a subir por la pared, y el ermitaño lo
recogió con cuidado, lo envolvió en un trapo y le dijo:
-Es lo único que tengo,
hermano. Llévalo al prestamista, a ver cuánto te dan por ello.
El hombre, que estaba muy
desesperado, lo aceptó y fue a la casa del prestamista. Allí, temeroso de que
le echaran inmediatamente por llevar un alacrán vivo, le sorprendió la
exclamación que hizo el prestamista al abrir el envoltorio. Pues en el interior
había un alacrán de fino oro, con filigranas y adornos de esmeraldas, rubíes y
diamantes.
Esto bastó para cancelar
sus deudas y reanudar su vida, consiguiendo incluso volver a tener una
considerable fortuna. Pero no olvidaba al solitario ermitaño, ni siquiera ahora
que volvía a tener muchos amigos. Así que un día fue a la casa del prestamista,
recuperó la joya y llegó hasta la cueva del ermitaño para devolverle el regalo.
El ermitaño abrió con
cuidado el envoltorio, cogió al alacrán y, depositándolo en el mismo sitio de
donde lo había cogido, dijo:
-Sigue tu camino, criaturita de Dios.
Y el precioso animal,
convertido de nuevo en un vulgar alacrán, comenzó a caminar lentamente.
063. anonimo (mexico)
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