Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 22 de julio de 2012

Canillo el pescador y canillo el chico

de Barandiaran

Como muchos otros en el mundo, en un pueblo vivía un pescador que tenía por nombre Canillo.
Un día que pescaba en el mar sacó un besugo.
El besugo le dijo que le dejase en libertad. Pero Canillo no lo quería soltar.
Entonces el besugo le dijo:
-Si me dejas libre, te enriqueceré.
Echó de nuevo al mar a ese besugo. Y después se hizo muy rico.
Pero luego consumió todos los bienes y se vio precisa­do a dedicarse de nuevo a la pesca.
Otra vez sacó el besugo anterior. Y ese besugo le dijo:
-Si me das el primer ser que te salga al camino cuan­do estés hoy de vuelta a casa, te enriqueceré mucho.
Todos los días le salía al camino un perrito, y [juzgan­do] que, de todos modos, no era gran cosa, se lo pro­metió.
Aquel día se le hizo más tarde que otras veces, y aun en casa habían notado la tardanza.
Por eso, en lugar de salirle el perro, le salió su hijo Ca­nillo el Chico.
Luego se enriqueció Canillo, pero tuvo que enviar para siempre a su hijo a una casa negra que había allá en una lejana orilla marítima, pues aquella casa era la casa del besugo. En aquella casa vivía un diablo que se apareció a Canillo en figura de besugo.
Allí se quedó Canillo el Chico, bajo el dominio del dia­blo, resignado a no tener jamás derecho a salir de allí.
Una noche, yendo a su camastro, metió, sin duda, más ruido de lo calculado, y el diablo le dijo a gritos que, si otra vez no se estaba quieto, lo lanzaría al mar.
Y así lo hizo. Otra noche en que [Canillo el Chico] pro­dujo con la puerta u [otro objeto] algo de ruido, ese diablo lo cogió y lo lanzó lejos al mar.
Nadando, nadando, arribó afortunadamente a la costa hacia el amanecer.
Allá vio un león, una paloma y una hormiga, que te­nían delante una yegua muerta.
En cuanto vieron a Canillo el Chico se le dirigieron los tres a gritos:
-¡Hombre, hombre! Ven acá.
Se les acercó, pues, y les preguntó qué necesitaban.
-Hace tres días que andamos aquí sin poder partir en­tre nosotros, de modo equitativo, esta yegua vieja, y a ver si tú nos la partes -le contestaron.
-Tanto como eso os lo haré cuando menos.
Y al león le adjudicó todas las carnes; a la paloma, a su vez, las entrañas; y a la hormiga, los huesos con su médula. Los tres quedaron muy satisfechos, y Canillo el Chico se separó luego.
De allí a poco se les ocurrió a los tres que, habiéndoles hecho aquel hombre tan satisfactoria partición, ellos no le habían dado nada.
-¡Hombre, hombre! Ven acá -le gritaron.
Otra vez se les acercó Canillo el Chico a ver qué tenían, y el león le dijo:
-Nos has hecho tan buena partición y nosotros no te hemos dado nada. Por lo tanto yo te daré una cosa. He aquí: cada vez que digas LEGOI, te convertirás en león.
Entonces le dijo la paloma:
-Cada vez que digas USO [paloma], te convertirás en paloma.
También la hormiga le dijo:
-Cada vez que digas TXINGURRI [hormiga], te converti­rás en hormiga; mas para eso me has de arrancar un frag­mento de mi espalda.
Le arrancó, pues, a la hormiga ese fragmento, y ha­biendo dado las gracias a los tres, se marchó Canillo el Chico. Y después, habiendo dicho «Uso» [paloma], se fue, convertido en paloma, al nogal próximo a aquella casa ne­gra del diablo.
Sentado delante de su casa, se hallaba tomando sol el diablo. Y la criada le estaba aseando y peinando la cabeza.
Al ver la paloma, le dijo la criada:
-¡Qué hermosa paloma!
-Como tú -le contestó el diablo.
-Tú pareces inmortal. ¿Cómo podrías tú perder la vida?
-En Iparâremendi [monte de Iparrarre] vive mi her­mano. En su vientre hay una liebre; en el vientre de esta liebre, una paloma; y en el vientre de esta paloma, un hue­vo. El que me haya de matar a mí, debería herirme en la frente con ese huevo.
Al oír esto, Canillo el Chico voló a Iparrarremendi.
En las proximidades de aquella montaña vio una casa, y habiendo llamado en ella, preguntó si le recibirían de criado.
Le contestaron que sí, se quedara, pues necesitaban a uno para pastoreo de ovejas.
A la mañana siguiente el amo le envió de pastor de ove­jas. Pero le advirtió no llevase oveja a Iparrarremendi, pues de otro modo un diablo de allí mataría todas las ovejas.
Con todo, Canillo el Chico se fue a Iparrarremendi con sus ovejas.
A eso de las once, el diablo se presentó en figura de hombre.
Diciendo «legoi» [león], se convirtió en león Canillo el Chico, y empezó a luchar con el diablo.
Ni uno ni otro conseguía vencer.
-¡Ah, si estuviera aquí mi hermano! -decía el diablo.
-¡Ah, si tuviera en la boca el panecillo que cuecen en mí casa a las once de la mañana! -exclamó Canillo el Chico.
Cuando se hubieron cansado de luchar, cada uno se marchó por su lado.
Las ovejas comieron más que nunca; pues, como no iba allá nunca ninguna oveja, había pasto abundante y sabroso.
El amo se extrañó mucho al ver las ovejas tan re­pletas.
En el segundo día Canillo el Chico se dirigió también con sus ovejas a Iparrarremendi.
La criada de casa iba más atrás a observarle, querien­do averiguar, sin duda, qué hacía Canillo el Chico.
A eso de las once apareció el diablo.
En diciendo «legoi» [león] y convertido en león, Canillo el Chico arremetió a ese diablo.
No se vencían.
-¡Ah, si estuviera aquí mi hermano! -decía el diablo.
-¡Ah, si tuviera en la boca el panecillo que cuecen en mí casa a las once de la mañana! -decía Canillo el Chico.
Como la criada estaba atisbándoles por detrás de un zarzal próximo, les oyó lo que decían.
Cuando se hubieron cansado, se desasieron, y cada cual se fue por su lado.
También en el tercer día Canillo el Chico llevó sus ove­jas a Iparrarremendi.
También la criada, como en la vez anterior, seguía de­trás. Y llevaba un panecillo, por si era preciso.
A las once apareció el diablo.
Le arremetió Canillo el Chico convertido en león.
Mas tampoco entonces vencía ninguno.
-¡Ah, si estuviera aquí mi hermano! -exclamaba el diablo.
-¡Ah, si tuviera en la boca el panecillo que cuecen en mi casa a las once de la mañana! -[decía] el otro.
Entonces la criada le lanzó el panecillo desde el sitio en que se hallaba tras el zarzal.
Con aquel panecillo se reanimó mucho Canillo el Chi­co, y luego derribando al suelo al diablo, lo venció.
También le quitó la vida y le abrió el vientre. Allí estaba la liebre. Abrióle también a ella el vientre, y allí apareció la paloma. También a la paloma le registró el interior. Y allí encontró un huevo pequeño.
Cuando tomó ese huevo, se fue, convertido en paloma al nogal próximo a la casa del diablo del mar. Allí, trans­formado en hormiga, se puso a aguardar.
De allí a poco salió de casa el diablo. Y echado a la sombra del nogal se puso a dormir. .
Entonces Canillo el Chico descendió y, convertido en hombre, apedreó con el huevo al diablo en el centro de la frente.
El diablo quedó muerto.
Cuando Canillo el Chico se vio libre, se marchó presto de allí.
Yendo a su pueblo, preguntó dónde vivía Canillo el Pescador.
Le contestaron que vivía en tal casa; pero que no le lla­mase Canillo, porque, desde que se hizo rico, no gustaba de ese nombre.
Se dirige, pues, a esa casa, llama a la puerta, y le sale el mismo Canillo.
-¿Eres tú Canillo? -le preguntó.
Cuando oyó tal nombre, Canillo le presentó frente os­cura y no le contestó palabra.
-¿No te acuerdas de cómo me enviaste a la casa negra del diablo?
Entonces Canillo reconoció a su hijo y le recibió gozo­so en casa.
En adelante vivieron bien.
Si eso ocurrió así, métase en calabaza.

Fuente: Joxemartin Apalategui

108. anonimo (pais vasco)

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