de Barandiaran
Como muchos otros en el
mundo, en un pueblo vivía un pescador que tenía por nombre Canillo.
Un día que pescaba en el
mar sacó un besugo.
El besugo le dijo que le
dejase en libertad. Pero Canillo no lo quería soltar.
Entonces el besugo le
dijo:
-Si me dejas libre, te
enriqueceré.
Echó de nuevo al mar a
ese besugo. Y después se hizo muy rico.
Pero luego consumió todos
los bienes y se vio precisado a dedicarse de nuevo a la pesca.
Otra vez sacó el besugo
anterior. Y ese besugo le dijo:
-Si me das el primer ser
que te salga al camino cuando estés hoy de vuelta a casa, te enriqueceré
mucho.
Todos los días le salía
al camino un perrito, y [juzgando] que, de todos modos, no era gran cosa, se lo
prometió.
Aquel día se le hizo más
tarde que otras veces, y aun en casa habían notado la tardanza.
Por eso, en lugar de
salirle el perro, le salió su hijo Canillo el Chico.
Luego se enriqueció
Canillo, pero tuvo que enviar para siempre a su hijo a una casa negra que había
allá en una lejana orilla marítima, pues aquella casa era la casa del besugo.
En aquella casa vivía un diablo que se apareció a Canillo en figura de besugo.
Allí se quedó Canillo el
Chico, bajo el dominio del diablo, resignado a no tener jamás derecho a salir
de allí.
Una noche, yendo a su
camastro, metió, sin duda, más ruido de lo calculado, y el diablo le dijo a
gritos que, si otra vez no se estaba quieto, lo lanzaría al mar.
Y así lo hizo. Otra noche
en que [Canillo el Chico] produjo con la puerta u [otro objeto] algo de ruido,
ese diablo lo cogió y lo lanzó lejos al mar.
Nadando, nadando, arribó
afortunadamente a la costa hacia el amanecer.
Allá vio un león, una
paloma y una hormiga, que tenían delante una yegua muerta.
En cuanto vieron a
Canillo el Chico se le dirigieron los tres a gritos:
-¡Hombre, hombre! Ven
acá.
Se les acercó, pues, y
les preguntó qué necesitaban.
-Hace tres días que
andamos aquí sin poder partir entre nosotros, de modo equitativo, esta yegua
vieja, y a ver si tú nos la partes -le contestaron.
-Tanto como eso os lo
haré cuando menos.
Y al león le adjudicó
todas las carnes; a la paloma, a su vez, las entrañas; y a la hormiga, los
huesos con su médula. Los tres quedaron muy satisfechos, y Canillo el Chico se
separó luego.
De allí a poco se les
ocurrió a los tres que, habiéndoles hecho aquel hombre tan satisfactoria
partición, ellos no le habían dado nada.
-¡Hombre, hombre! Ven acá
-le gritaron.
Otra vez se les acercó
Canillo el Chico a ver qué tenían, y el león le dijo:
-Nos has hecho tan buena
partición y nosotros no te hemos dado nada. Por lo tanto yo te daré una cosa.
He aquí: cada vez que digas LEGOI, te convertirás en león.
Entonces le dijo la
paloma:
-Cada vez que digas USO
[paloma], te convertirás en paloma.
También la hormiga le
dijo:
-Cada vez que digas
TXINGURRI [hormiga], te convertirás en hormiga; mas para eso me has de
arrancar un fragmento de mi espalda.
Le arrancó, pues, a la
hormiga ese fragmento, y habiendo dado las gracias a los tres, se marchó
Canillo el Chico. Y después, habiendo dicho «Uso» [paloma], se fue, convertido
en paloma, al nogal próximo a aquella casa negra del diablo.
Sentado delante de su
casa, se hallaba tomando sol el diablo. Y la criada le estaba aseando y
peinando la cabeza.
Al ver la paloma, le dijo
la criada:
-¡Qué hermosa paloma!
-Como tú -le contestó el
diablo.
-Tú pareces inmortal.
¿Cómo podrías tú perder la vida?
-En Iparâremendi [monte de Iparrarre] vive mi hermano. En su vientre
hay una liebre; en el vientre de esta liebre, una paloma; y en el vientre de
esta paloma, un huevo. El que me haya de matar a mí, debería herirme en la
frente con ese huevo.
Al oír esto, Canillo el
Chico voló a Iparrarremendi.
En las proximidades de
aquella montaña vio una casa, y habiendo llamado en ella, preguntó si le
recibirían de criado.
Le contestaron que sí, se
quedara, pues necesitaban a uno para pastoreo de ovejas.
A la mañana siguiente el
amo le envió de pastor de ovejas. Pero le advirtió no llevase oveja a
Iparrarremendi, pues de otro modo un diablo de allí mataría todas las ovejas.
Con todo, Canillo el
Chico se fue a Iparrarremendi con sus ovejas.
A eso de las once, el
diablo se presentó en figura de hombre.
Diciendo «legoi» [león],
se convirtió en león Canillo el Chico, y empezó a luchar con el diablo.
Ni uno ni otro conseguía
vencer.
-¡Ah, si estuviera aquí
mi hermano! -decía el diablo.
-¡Ah, si tuviera en la
boca el panecillo que cuecen en mí casa a las once de la mañana! -exclamó
Canillo el Chico.
Cuando se hubieron cansado
de luchar, cada uno se marchó por su lado.
Las ovejas comieron más
que nunca; pues, como no iba allá nunca ninguna oveja, había pasto abundante y
sabroso.
El amo se extrañó mucho
al ver las ovejas tan repletas.
En el segundo día Canillo
el Chico se dirigió también con sus ovejas a Iparrarremendi.
La criada de casa iba más
atrás a observarle, queriendo averiguar, sin duda, qué hacía Canillo el Chico.
A eso de las once
apareció el diablo.
En diciendo «legoi»
[león] y convertido en león, Canillo el Chico arremetió a ese diablo.
No se vencían.
-¡Ah, si estuviera aquí
mi hermano! -decía el diablo.
-¡Ah, si tuviera en la
boca el panecillo que cuecen en mí casa a las once de la mañana! -decía Canillo
el Chico.
Como la criada estaba
atisbándoles por detrás de un zarzal próximo, les oyó lo que decían.
Cuando se hubieron
cansado, se desasieron, y cada cual se fue por su lado.
También en el tercer día
Canillo el Chico llevó sus ovejas a Iparrarremendi.
También la criada, como
en la vez anterior, seguía detrás. Y llevaba un panecillo, por si era preciso.
A las once apareció el
diablo.
Le arremetió Canillo el
Chico convertido en león.
Mas tampoco entonces
vencía ninguno.
-¡Ah, si estuviera aquí
mi hermano! -exclamaba el diablo.
-¡Ah, si tuviera en la
boca el panecillo que cuecen en mi casa a las once de la mañana! -[decía] el
otro.
Entonces la criada le
lanzó el panecillo desde el sitio en que se hallaba tras el zarzal.
Con aquel panecillo se
reanimó mucho Canillo el Chico, y luego derribando al suelo al diablo, lo
venció.
También le quitó la vida
y le abrió el vientre. Allí estaba la liebre. Abrióle también a ella el
vientre, y allí apareció la paloma. También a la paloma le registró el
interior. Y allí encontró un huevo pequeño.
Cuando tomó ese huevo, se
fue, convertido en paloma al nogal próximo a la casa del diablo del mar. Allí,
transformado en hormiga, se puso a aguardar.
De allí a poco salió de
casa el diablo. Y echado a la sombra del nogal se puso a dormir. .
Entonces Canillo el Chico
descendió y, convertido en hombre, apedreó con el huevo al diablo en el centro
de la frente.
El diablo quedó muerto.
Cuando Canillo el Chico
se vio libre, se marchó presto de allí.
Yendo a su pueblo,
preguntó dónde vivía Canillo el Pescador.
Le contestaron que vivía
en tal casa; pero que no le llamase Canillo, porque, desde que se hizo rico,
no gustaba de ese nombre.
Se dirige, pues, a esa
casa, llama a la puerta, y le sale el mismo Canillo.
-¿Eres tú Canillo? -le
preguntó.
Cuando oyó tal nombre,
Canillo le presentó frente oscura y no le contestó palabra.
-¿No te acuerdas de cómo
me enviaste a la casa negra del diablo?
Entonces Canillo
reconoció a su hijo y le recibió gozoso en casa.
En adelante vivieron
bien.
Si eso ocurrió así,
métase en calabaza.
Fuente: Joxemartin Apalategui
108. anonimo (pais vasco)
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