Hacía
calor, pero muchísimo calor. Los árboles se secaban de la sed, los pájaros ya
estaba casi roncos y todos los animales dormían para no cansarse.
Una
tortuga muy curiosa y charlatana que vivía cerca de la laguna no tenía tanto
calor ni tanta sed, pero se aburría porque no había con quién jugar a la hora
de la siesta.
Un
día vio pasar volando bajo a su amigo Colorito, el tucán más brilloso del
barrio, y le dijo:
‑¡Hola,
Colorito! ¿Adónde vas? Llévame contigo, que aquí me aburro y me muero de calor.
‑¡No! ¡Ni loco! No te llevo porque eres muy curiosa
y charlatana y me vas a molestar todo el viaje. Hace demasiado calor como para
aguantarte.
‑¡Por
favor! Te prometo que no voy a decir nada. ¡Por favor, llévame!
Insistió
tanto, que a Colorito le dio algo de pena y pensó que si no la llevaba se lo
iba a reprochar a cada rato y le iba a hacer pasar vergüenza en el vecindario.
-Bueno, bueno. ¡Vamos! ‑le contestó resignado. ¡Pero acuérdate de tu
promesa!
Y
levantó vuelo, alzándola con el pico.
Al
principio iban bien, porque la tortuga tenía la boca cerrada, pero después de
un rato empezó a preguntar:
‑¿Cuándo
lloverá? ¡Ufa! ¡Qué
calor!
‑¿Por
qué todos duermen a la hora de la siesta?
‑Y
las flores, ¿por qué no dicen nada?
‑Y
el lagarto, ¿qué estará haciendo?
‑Y
los pájaros, ¿por qué estarán tan callados?
‑Y las bandurrias,
¿cuándo pasarán por aquí?
‑Y los caracoles, ¿dónde
se escondieron?
‑Y los pastitos que me
gustan tanto, ¿cuándo se levantarán?
Tanto preguntaba y tanto
aturdía a esa hora en que el calor sofocaba más que nunca, que Colorito, el
tucán más brilloso del barrio, abrió la boca para decirle que se callara, pero
se olvidó de que allí viajaba la tortuga. Y ipaf pum paf! La tortuga quedó
estampada en el suelo.
Argentina, Chile, Uruguay, Colombia.
Fuente: María Luísa Miretti
15. Pescados,
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