Erase una pastorcilla enamorada del
arco iris.
Un día, los condes soberanos de la
comarca dieron una fiesta para que su hijo, el heredero, pudiera elegir esposa
y todas las jóvenes acudieron vestidas con sus mejores galas. A la pastorcilla
le hubiera gustado tanto...
Aquel día llovió y la pastorcita
guardó las cabritas en una cueva para que no se mojaran, pero ella se quedó
fuera, mirando hacia el cielo, con la esperanza de que aclarara y pudiera ver a
su bello arco iris.
Todavía no había cesado la lluvia
cuando por Oriente el cielo se aclaró. En un instante, el cielo se hizo azul y
el arco magnífico y triunfal se dejó ver en todo su esplendor.
-¡Qué bello eres! -exclamó la
pastorcilla. ¡Si yo pudiera tener un vestido con tus colores para ir al
palacio del conde...!
En el mismo momento, el arco de
colores se alargó hasta la tierra y la pastora se vio envuelta en un vestido
hecho de luz, con siete magníficos colores. Y de siete colores también eran los
zapatos que cubrieron sus pies y que reemplazaron a sus toscos zuecos.
La muchachita acudió al castillo. Y
quizá no fuera por su bello vestido, sino por el candor de su lindo rostro, que
el joven conde la eligió entre todas y solicitó su mano...
003. anonimo (españa)
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