Una vez, trabaron amistad
un chacal y una gallina clueca. El chacal trataba a la gallina con mucho
afecto, le llevaba granos de trigo, robaba para ella arroz del granero, y no
cabía en sí de contento al verla cada vez más gordita. Cuando pensó que ya estaba
bastante gorda, el chacal le dijo:
-Nos conocemos desde hace
mucho tiempo. Sería bueno que nos hiciésemos visitas.
-De acuerdo -dijo la
clueca, prepararé cerveza y te invitaré a beber unos tragos.
-Primero debes venir tú a
mi casa -respondió el chacal. Yo también prepararé cerveza.
Y los dos comenzaron a
hacer los preparativos. El chacal cogió ratones, ranas, luciérnagas y
saltamontes, los echó en una gran olla q elaboró una cerveza que apestaba. La
clueca, en cambio, hizo su cerveza con arroz y trigo, y despedía un aroma
estupendo.
Cuando los dos estuvieron
listos, el chacal invitó a la clueca a su casa y le sirvió una jarra de
cerveza; pero la gallina se limitó a olerla y la dejó allí.
-¿Por qué no bebes?
-preguntó el chacal.
-Perdóname, ¿vale?, pero
tu cerveza apesta. Vayamos mejor a beber la mía.
-Vamos -dijo el chacal y
siguió a la gallina hasta su casa.
La cerveza de la clueca
era excelente. Bebieron una jarra, después otra, y la gallina comenzaba a
sentir la cabeza pesada. Después de la tercera jarra, se durmió como un tronco.
Era lo que esperaba el chacal. Le retorció el cogote, se la llevó a su madriguera
y se la comió.
-Qué buena es la carne de
gallina -decía, muy contento. Mañana me haré también amigo de los polluelos.
El chacal creía que los
pollitos se habían ido ya a dormir y que no habían visto nada. Pero, en
realidad, no dormían y lo habían visto todo. A la mañana siguiente, el chacal
los encontró llorando.
-¿Por qué lloráis,
queridos polluelos?
-Lloramos porque nuestra
madre ha muerto.
-¿Y esta noche adónde
iréis a dormir?
-Dormiremos sobre la paja
-respondieron los polluelos.
-Hacéis bien -dijo el
chacal y se fue pensando: «volveré esta noche y me los comeré».
Pero los polluelos sabían
muy bien qué ideas le rondaban por la cabeza al chacal. En vez de ir a dormir
sobre la paja, dejaron allí unos cuantos clavos y agujas y se ocultaron bajo
la mesa.
Cuando oscureció, el
chacal entró sigiloso en la casita y hundió el hocico en la paja, pero se
pinchó con tantos clavos y agujas que tuvo que escapar aullando de dolor.
A la mañana siguiente, el
chacal volvió a encontrarse con los polluelos y les preguntó de nuevo:
-¿Por qué lloráis,
queridos polluelos?
-Porque se ha muerto nuestra
madre.
-¿Y esta noche adónde
iréis a dormir?
-Bajo la mesa
-respondieron los polluelos.
-Hacéis bien -dijo el
chacal y se fue pensando: «volveré esta noche y me los comeré».
Pero los polluelos sabían
muy bien qué ideas le rondaban por la cabeza al chacal. En lugar de irse a
dormir bajo la mesa, colocaron allí hachuelas y cuchillos y después se
escondieron entre las cenizas de la chimenea.
Cuando oscureció, el
chacal entró sigiloso en la casita y metió el hocico bajo la mesa, pero acabó
con tantas heridas que tuvo que escapar aullando de dolor.
Al tercer día, el chacal
volvió a ver a los polluelos y les preguntó:
-¿Por qué lloráis,
queridos polluelos?
-Lloramos porque se ha
muerto nuestra madre.
-¿Y esta noche adónde
iréis a dormir?
-Entre las cenizas de la
chimenea, porque está muy calentita.
-Y hacéis bien -dijo el
chacal y se fue pensando: «esta noche no se me escaparán, me los comeré a
todos».
Pero los polluelos sabían
muy bien qué ideas le rondaban por la cabeza al chacal. Dijeron:
-Tenemos que encontrar la
manera de acabar con el chacal. Si no, nos matará como hizo con nuestra madre.
Uno de ellos cogió un
huevo, lo puso entre las cenizas de la chimenea y le dijo:
-Cuando llegue el chacal,
lánzate sobre su hocico y déjalo ciego.
Otro polluelo cogió un
garrote, lo puso junto a la puerta y le dijo:
-Cuando el huevo se rompa
en su hocico y el chacal vaya hacia la puerta, golpéale la nariz y dale una
paliza.
Un tercer polluelo cogió
el mortero, lo puso sobre la puerta y le dijo:
-Cuando el garrote lo
golpee y el chacal intente salir por la puerta, lánzate sobre su cabeza y
mátalo.
-Pero ¿cuándo vendrá el
chacal? -preguntaron el huevo, el garrote y el mortero.
-Una vez que anochezca.
-De acuerdo -dijeron el
huevo, el garrote y el mortero. Como él no ha tenido piedad de vosotros y os ha
dejado huérfanos, nosotros no tendremos piedad de él.
Y se escondieron para
cumplir los órdenes de los polluelos.
Cuando oscureció, el
chacal se deslizó sigiloso hacia la casita y metió el hocico entre las cenizas
de la chimenea. De repente el huevo estalló en su hocico y lo cegó. El chacal
dio un salto hasta la puerta, asustado. Pero allí lo esperaba el garrote, que comenzó
a darle unos golpes muy fuertes. Aún más asustado, el chacal intentó huir, pero
el mortero cayó sobre su cabeza y... buenas noches.
Libres del miedo al
chacal, los polluelos vivieron desde aquel día muy felices gracias al huevo, el
garrote y el mortero.
004. anonimo (india-cultura santali)
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