Un cuervo y su esposa
tenían el nido en una planta. Todos los años incubaban sus huevos, pero nunca
lograban tener crías porque se los comía todos una serpiente que anidaba en un
hueco del árbol. Una vez, finalmente, la esposa del cuervo perdió la paciencia:
-Si la serpiente vuelve a
hacernos daño, juro que le reventaré los ojos -le dijo al cuervo.
-Te olvidas de que la
serpiente no tiene sólo ojos, sino dientes venenosos -respondió el cuervo. Te
diré qué debes hacer. Nuestro rey viene a menudo a darse un baño en el lago que
está cerca del bosque. La próxima vez que venga, se quitará la ropa y dejará su
cadena de oro sobre la hierba. Debes coger la cadena, volar en silencio hasta
nuestra planta y arrojarla en el nido de la serpiente. Verás entonces qué
sucede.
La esposa del cuervo
obedeció. Cuando el rey dejó la cadena sobre la hierba, voló hasta allí, la
cogió con el pico y huyó. Los criados del rey la persiguieron, pero no llegaron
muy lejos. La esposa del cuervo arrojó la cadena en el hueco del árbol en el
que la serpiente tenía su nido. Los criados se alegraron e intentaron
recuperarla, pero de pronto la serpiente salió del hueco. Los hombres no se
asustaron. Con piedras y varas mataron a la serpiente y recobraron la cadena.
Desde aquel día, el
cuervo y su esposa vivieron seguros y en paz: todos los años pudieron criar una
nidada de graciosos corvecitos.
004. anonimo (india)
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