Hace mucho, muchísimo
tiempo, cuando el mundo era aún muy joven, el Sol, la Luna y el Viento fueron
invitados a comer a casa de sus primos, el Trueno y el Relámpago. Madre Cielo
los preparó para el viaje, les deseó que se divirtiesen y se quedó sola en
casa.
El Sol y el Viento eran
muy golosos. Comieron todos los manjares que sus primos les servían, y no
pensaron ni un instante en su madre, que se había quedado sola, y en ayunas,
en su casa. Sólo la más joven, la pequeña Luna, se acordó de ella, y dejó
aparte una porción de cada uno de los platos que había en la mesa.
Cuando el Sol, el Viento
y la pequeña Luna volvieron a casa, Madre Cielo les preguntó:
-Hijos míos, ¿no me
habéis traído nada?
-¿Cómo se te ocurre,
Madre? -replicó con soberbia el Sol, que era el mayor de los tres. Me invitaron
para divertirme y disfrutar de la comida, no para hacer de recadero y traerte
una tartera. Por otra parte, ni siquiera habrías sido capaz de apreciar los exquisitos
manjares que nos sirvieron.
-Claro, claro -aprobó el
Viento. Después de todo, ya no te queda ni un solo diente. Y además: ¿te parece
elegante traer alimentos en los bolsillos cuando nos invitan a comer fuera? Ya
lo sé: una mujer de campo no puede entender estas cosas.
-¡Qué groseros y vulgares
que sois! -exclamó la más joven, la pequeña Luna. ¡Me da la impresión de que
ninguno de vosotros sabe cómo se le habla a una madre!
-Se volvió a la vieja
señora y la consoló:
-Te he traído comida,
madre. Pruébala. Te he traído un poco de todo lo que nos sirvieron.
-Ojalá que vivas mucho
tiempo, mi pequeña Luna -dijo Madre Cielo y luego, dirigiéndose a sus otros
hijos, añadió:
-Vosotros, en cambio,
tendréis el castigo merecido. ¡Tú, Sol, porque fuiste a un banquete y no
pensaste un solo momento en tu vieja madre, arderás con un fuego sin fin!
Lanzarás ferozmente tus rayos y jamás sentirás el alivio del aire fresco. ¡Y
tampoco tú, Viento, por ser tan egoísta, no volverás a vivir en paz! ¡Secarás
todo lo que toques y nunca te quedarás quieto! Pero tú, pequeña Luna, como te
has acordado de tu madre, serás siempre fresca, pacífica y hermosa, y todo el
mundo te querrá siempre. Cuando alcen sus ojos hacia ti, cantarán tus virtudes
y te bendecirán.
004. anonimo (india)
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