Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 27 de julio de 2012

El regalo del pajarito


Vivieron hace tiempo, en una pequeña aldea, un viejo y una vie­ja. El hombre tenía un pajarito por el que sentía mucho afecto. Lo cuidaba, le daba de comer y beber, e intentaba que tuviese una vida feliz.
Un día, el viejo tuvo que irse de casa por una temporada. Antes de marcharse, le suplicó a su mujer que diese regularmen­te de comer y beber a su pajarito. Pero la vieja se olvidó de él y se ocupó sólo de sus asuntos.
Como debía hacer secar el trigo, llenó una escudilla y la puso al sol en el alféizar de la ventana. Pasa un día, pasan dos, pasan tres.
Finalmente el pájaro, que se moría de hambre, comenzó a dar picotazos a las rejas de la jaula, se abrió paso, escapó, corrió derecho hacia la escudilla y se comió el trigo.
Cuando la mujer se dio cuenta de lo ocurrido, echó al paja­rito fuera de casa. Después de un tiempo, el viejo regresó y la mujer le dijo que el pajarito se había escapado. El hombre se sin­tió muy mal y, cuando vio que el pajarito no volvía, decidió sa­lir a buscarlo por el bosque.
Rebuscó por todo el bosque y finalmente lo vio en la parte más tupida. Le rogó que volviese con él, pero el pájaro no quiso saber nada.
El hombre se quedó un rato en el bosque en compañía del pajarito y, cuando estaba a punto de volver a casa, el pájaro puso frente a él dos cestos -uno grande y pesado, el otro pequeño y ligero- y le dijo que eligiese uno como regalo. El hombre dio las gracias al pajarito:
-Si no puedo hacerte cambiar de idea, dame el pequeño. El grande sería demasiado pesado para mí.
Cogió el cesto pequeño, lo equilibró sobre su cabeza, dijo adiós al pajarito y volvió a casa por el mismo camino.
En casa le contó todo a su mujer y juntos decidieron mirar qué contenía el cesto. Lo abrieron y ¡vaya sorpresa! estaba lle­no de oro, plata y piedras preciosas.
La mujer, con los ojos brillantes de codicia, gritó:
-Deprisa, viejo, dime enseguida dónde puedo encontrar al pájaro. Seré más astuta que tú y cogeré el cesto grande.
La mujer salió en busca del pajarito. En cuanto lo en­contró, empezó a hablar:
-Oh, mi querido pajarito, hace mucho tiempo que te estoy buscando. He recorrido todo el bosque y por fin he logrado en­contrarte. Déjame, te lo ruego, un pequeño regalo de recuerdo.
El pájaro saludó cortésmente a la mujer, como si hubiese ol­vidado su mala acción, y le propuso también a ella que eligiese entre dos cestos: uno grande y pesado, el otro pequeño y ligero.
La mujer, ávida, sin vacilar un momento, cogió el cesto más grande y volvió deprisa a su casa, olvidándose incluso de darle las gracias. En cuanto traspuso el umbral de la casa, abrió el ces­to e introdujo sus manos. Pero, en lugar de oro y piedras precio­sas, encontró allí serpientes y escorpiones que se retorcían inten­tando salir. La vieja se asustó tanto que puso pies en polvoro­sa y huyó de casa. Y, por lo que podemos saber, aún huye desesperada de aquí para allá, sin saber adónde ir.

Fuente: Gianni Rodari

004. anonimo (india)

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