Un día se le ocurrió a Belcebú, señor de los
infiernos, gastarles una broma a los hombres para divertirse un poco. Pero como
no lograba imaginar nada que valiese la pena, dio tres palmadas y enseguida apareció
en la puerta un minúsculo diablillo, negro como la pez, grueso como un puño,
con los ojos como dos alubias y una cola de tres brazos de largo.
-¿Qué deseas, Diabólica Excelencia?
-Reúneme ahora mismo a todos los diablos,
grandes y pequeños. Quiero pedirles consejo.
Poco después, la sala se llenó de diablos de
todas las medidas, grandes, pequeños. Eran tantos que resultaban incontables.
Cada uno de ellos le hizo una reverencia a Belcebú y se sentó en su puesto.
Belcebú se colocó en el trono y en su mano, en lugar del cetro, tenía un
tridente de oro. Cuando todos estuvieron sentados, él les dijo:
-Os he reunido para pediros un consejo.
Querría gastarles a los hombres una broma, para divertirme un poco, pero por
más que me rompo la cabeza no se me ocurre nada. Espero vuestras propuestas.
Los diablos pensaron un rato, pero a ninguno
de ellos se le ocurrió una buena idea y, uno tras otro, bajaron la cabeza.
Dijeran lo que dijeran, ninguna sugerencia le gustaba al soberano. Después de
que habló el último diablo, Belcebú se puso furioso. Se enderezó en su trono,
agitó con actitud amenazadora el tridente y les infligió las penas más
terribles. Entonces se hizo oír también Misia, el minúsculo diablillo:
-Espera un momento, poderoso soberano, aún no
he hablado yo.
-¿Qué pretendes tú, pigmeo? ¿Crees que
encontrarás la respuesta que no han hallado los diablos magores que tú?
-Escúchame antes de enfadarte.
-De acuerdo, habla.
-Mi idea es que invitemos a los hombres a un
magnífico banquete.
-¿Qué? -rugió Belcebú. ¿Yo busco una manera de
burlarme de ellos y tú me propones que los invitemos a comer?
-Déjame que termine de hablar -dijo el
diablillo. Los invitaremos a comer, prepararemos una mesa llena de toda clase
de manjares, pero les daremos cucharas y tenedores tan largos como tu tridente.
Y no se le permitirá a nadie que coma con las manos. Verás cómo nos
divertiremos cuando intenten usar esos cubiertos. Frente a una mesa repleta de
comida no llegarán a llevarse ningún bocado a la boca.
-Buena idea -dijo admirado Belcebú.
-Pero hay que estar atentos para que no vengan
Pakala y Tandala. Esos dos bufones podrían arruinarnos la diversión.
Y se hizo así, tal como había sugerido el
diablillo Misia. Los diablos se disfrazaron de cazadores, prepararon un
magnífico banquete e invitaron a los hombres. Se supone que fueron todos. Así,
a la hora señalada, innumerables comensales se acercaron a la mesa, se sentaron
frente a las fuentes llenas de manjares. Se les hacía agua la boca. Pero,
cuando cogieron los cubiertos, las cosas se les pusieron difíciles: los
tenedores, los cuchillos y las cucharas eran largos como tridentes. ¡Probad de
llevaros un bocado a la boca con semejantes cubiertos!
Los diablos espiaban desde las puertas y las
ventanas y se desternillaban de risa.
Los comensales lidiaban con aquellos
cubiertos, se batían a duelo con cuchillos y tenedores, mientras los diablos se
revolcaban de risa por el suelo.
De repente, sin embargo, quién sabe de dónde,
aparecieron en el umbral los dos bufones Pakala y Tandala. Echaron un vistazo a
la mesa y preguntaron:
-¿Por qué no coméis, amigos?
-¿Y cómo queréis que hagamos con estas
cucharas?
-Sois francamente estúpidos -se rieron Pakala
y Tandala; observadnos bien.
Se sentaron uno frente al otro y comenzaron a
comer. Pakala extendía la cuchara a través de la mesa y daba de comer a
Tandala, y Tandala hacía otro tanto con su compañero, y así, sirviéndose el uno
al otro, comían con avidez.
Dejaron a los diablos con un palmo de narices
y los hombres lanzaron gritos de júbilo. Se acercaron a las mesas y, en pocos
minutos, sirviéndose unos a otros, comieron todo lo que había. Después
abandonaron la sala del banquete cantando, mientras desde los infiernos
brotaban chillidos y lamentos como nunca antes se habían oído. Belcebú se
dedicaba a asestar golpes a los diablos con su tridente.
126. anonimo (rumania)
No hay comentarios:
Publicar un comentario